martes, 15 de abril de 2014

3° Lectura. Job 15

Capítulo 15
L1 Elifaz de Temán replicó, diciendo: 2 ¿Acaso un sabio da respuestas en el aire y llena de viento su interior? 3 ¿Arguye con palabras inútiles y con discursos que no sirven de nada? 4 ¡Más aún, tú destruyes la piedad, y anulas la reflexión delante de Dios! 5 Porque es tu culpa la que inspira tus palabras y eliges el lenguaje de la gente astuta. 6 Tu misma boca te condena, no yo; tus propios labios atestiguan contra ti. 7 ¿Eres tú el primer hombre que nació? ¿Fuiste dado a luz antes que las colinas? 8 ¿Has tenido acceso al consejo divino y has acaparado la sabiduría? 9 ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos? ¿Qué entiendes tú más que nosotros? 10 Aquí también hay ancianos de cabellos blancos, gente de más edad que tu mismo padre. 11 ¿No te basta el consuelo que Dios te da y una palabra pronunciada con dulzura? 12 ¿Por qué te dejas arrastrar por tus impulsos? ¿Qué significan esos ojos huraños, 13 cuando vuelves tu saña contra Dios y lanzas denuestos por la boca? 14 ¿Qué es el hombre para que sea puro y el nacido de mujer para que sea justo? 15 Si Dios no se fía ni siquiera de sus santos y el cielo no es puro a sus ojos. 16 ¡cuánto menos ese ser abominable y corrompido, el hombre, que bebe como agua la iniquidad! 17 Yo te voy a explicar, escúchame; déjame contarte algo que vi. 18 Es lo que refieren los sabios, lo que no les ocultaron sus padres: 19 a ellos solos les fue dada la tierra y ningún extraño pasaba en medio de ellos. 20 El malvado se atormenta todos los días de su vida, muy pocos años están reservados al hombre cruel; 21 voces horribles resuenan en sus oídos, en plena paz, lo asalta el devastador. 22 El no espera evadirse de las tinieblas y está destinado a la espada. 23 Anda errante como pasto de los buitres y sabe que su ruina es segura. El día tenebroso 24 lo aterra, la angustia y la opresión lo acometen, como un rey preparado para el ataque. 25 Porque extendía su mano contra Dios y se envalentonaba contra el Todopoderoso: 26 arremetía contra él con el cuello tendido, con todo el espesor de sus escudos blindados, 27 porque había untado su rostro con grasa y había robustecido sus lomos. 28 Ahora habita en ciudades destruidas, en casas donde ya nadie vive, que amenazan convertirse en escombros. 29 El no se enriquecerá, no durará su fortuna, ni sus posesiones se extenderán por el país. 30 No escapará de las tinieblas, una llama secará sus retoños, su flor será arrastrada por el viento. 31 Que no confíe en la mentira, porque se equivoca, y su recompensa será la decepción. 32 Su follaje se marchitará antes de tiempo y su ramaje no mantendrá su verdor. 33 Como una vid, perderá sus uvas todavía agrias, como un olivo dejará caer sus flores. 34 Sí, la raza del impío es estéril, el fuego devora la carpa del hombre venal. 35 El que concibe malicia, engendra maldad, y su vientre está grávido de mentira.

2° Lectura. Deuteronomio 23-24

Capítulo 23
Ningún hombre tomará como esposa a una mujer de su padre, ni descubrirá el borde de la manta de su padre. Las personas excluidas de la comunidad de Israel 2 El que tenga los testículos mutilados o el pene cortado no será admitido en la asamblea del Señor. 3 El bastardo no será admitido no la asamblea del Señor, ni siquiera en la décima generación. 4 El amonita y el moabita no serán jamás admitidos en la asamblea del Señor, ni siquiera en la décima generación. 5 Porque ellos no se adelantaron para ofrecerles agua y alimento, cuando ustedes iban por el camino, a la salida de Egipto; y porque Moab contrató a Balaam, hijo de Beor, que era de Petor en Aram Naharaim, a fin de que te maldijera. 6 Pero el Señor, tu Dios, no quiso escuchar a Balaam, sino que cambió la maldición en bendición, sino que cambió la maldición en bendición, porque él te ama. 7 Por eso, mientras vivas, nunca busques su prosperidad y su bienestar. 8 En cambio, no consideres abominable al edomita, porque es tu hermano, ni tampoco al egipcio, porque tú fuiste huésped en su país. 9 A partir de la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos en la asamblea del Señor. La higiene en los campamentos 10 Cuando emprendas una campaña contra tus enemigos, evita cuidadosamente toda acción indecente. 11 Si alguno de ustedes ha caído en estado de impureza a causa de una polución nocturna, saldrá fuera del campamento y no volverá a entrar en él. 12 Pero al llegar la tarde se levará, y al ponerse el sol entrará de nuevo en el campamento. 13 Tendrás, asimismo, un lugar fuera del campamento para hacer allí tus necesidades. 14 También llevarás una estaca en tu equipaje, y cuando salgas afuera para hacer tus necesidades, cavarás un hoyo con la estaca y luego lo volverás a tapar para cubrir tus excrementos. 15 Porque el Señor, tu Dios, recorrerá el campamento para protegerte y para poner a tus enemigos en tus manos. Por eso tu campamento será un lugar santo, y el Señor no debe ver en él nada indecente. De lo contrario se aparta de ti. 

 La protección del esclavo fugitivo 16 No entregarás al esclavo que acuda a ti huyendo de su dueño. 17 Se quedará contigo, entre los tuyos, en el lugar que él elija, en la ciudad que más le agrade; y no lo molestarás. La prostitución sagrada 18 Ningún hombre o mujer israelita practicará la prostitución sagrada. 19 No llevarás a la Casa del Señor, tu Dios, la paga de una prostituta ni el salario de un perro, cualquiera sea el voto que hayas hecho: porque ambos son una abominación para el Señor, tu Dios. 

El préstamo a interés 20 No obligues a tu hermano a pagar interés, ya se trate de un préstamo de dinero, de víveres, o de cualquier otra cosa que pueda producir interés. 21 Podrás prestar a interés al extranjero, pero no a tu compatriota, para que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra de la que vas a tomar posesión. El cumplimiento de los votos 22 Si hacer un voto al Señor, tu Dios, no tardes en cumplirlo, porque él no dejará de pedirte cuenta, y si no lo cumples, cometerás un pecado. 23 Si te abstienes de hacer votos, no cometes ningún pecado. 24 Sé un hombre de palabra, y cumple el voto que hagas espontáneamente al Señor, tu Dios, expresándolo con tus propios labios. 

 Concesiones en favor de los pobres 25 Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer todas las uvas que quieras, hasta quedar saciado, pero no guardarás nada en tu bolsa. 26 Si pasas por los sembrados maduros de tu prójimo, podrás arrancar espigas con la mano, pero no aplicarás la hoz.


Capítulo 24
El divorcio
L1 Si un hombre se casa con una mujer, pero después le toma aversión porque descubre en ella algo que le desagrada, y por eso escribe un acta de divorcio, se la entregará y la despedirá de su casa. 2 Una vez que esté fuera de su casa, si la mujer se desposa con otro 3 y este último también la rechaza, escribe un acta de divorcio y la despide, o bien muere. 4 su primer marido no podrá volver a tomarla por esposa, puesto que ella ha sido mancillada. Esto sería abominable a los ojos del Señor, y tú no puedes manchar con un pecado la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia. Leyes humanitarias 5 Si un hombre acaba de casarse, no saldrá a combatir ni se le impondrá ninguna obra obligación. quedará libre por un año para ocuparse de su casa y contentar a la mujer que tomó por esposa. 6 Nadie tomará en prenda un molino de mano y ni siquiera la piedra movible del molino, porque ello sería tomar en prenda la vida de una persona. 7 Si se descubre que alguien ha raptado a uno de sus hermanos israelitas –sea que lo haya maltratado o que lo haya vendido– el ladrón morirá. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. 8 Cuando se produzcan casos de lepra, cuida muy bien de hacer exactamente lo que les indiquen los sacerdotes levitas. Pongan cuidado en practicar lo que yo les he mandado. 9 Acuérdate de lo que el Señor, tu Dios, hizo con Miriam durante el viaje, después que ustedes salieron de Egipto. 10 Si prestas algo a tu prójimo, no entres en su casa a retirar la prenda. 11 Quédate afuera, mientras el hombre a quien concediste el préstamo te trae la prenda. 12 Y si es una persona de condición humilde, no vayas a dormir con su prenda. 13 Se la entregarás al ponerse el sol, para que pueda acostarse con su ropa. Así él te bendecirá, y tú habrás realizado una obra de justicia a los ojos del Señor, tu Dios. 14 No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país. 15 Págale su jornal ese mismo día, antes que se ponga el sol, porque él está necesitado, y su vida depende de su jornal. Así no invocará al Señor contra ti, y tú no te harás responsable de un pecado. 16 Los padres no morirán por culpa de los hijos ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual morirá por su propio pecado. 17 No conculcarás el derecho del extranjero o del huérfano, ni tomarás en prenda el vestido de la viuda. 18 Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios, te rescató de allí. Por eso te ordeno obrar de esta manera. 19 Cuando recojas la cosecha en tu campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas a buscarla. Será para el extranjero, el huérfano y la viuda, a fin de que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas. 20 Cuando sacudas tus olivos, no revistes después las ramas. El resto será para el extranjero, el huérfano y la viuda. 21 Cuando recojas los racimos de tu viña, no vuelvas a buscar lo que haya quedado. Eso será para el extranjero, el huérfano y la viuda. 22 Acuérdate siempre que fuiste esclavo en Egipto, Por eso te ordeno obrar de esta manera.

1° Lectura. Hechos 5:1-16

Capítulo 5
Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió una propiedad, 2 y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y puso el resto a disposición de los Apóstoles. 3 Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? 4 ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios». 5 Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. 6 Vinieron unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar. 7 Unas tres horas más tarde, llegó su mujer, completamente ajena a lo ocurrido. 8 Pedro le preguntó: «¿Es verdad que han vendido el campo en tal suma?». Ella respondió: «Sí, en esa suma». 9 Pedro le dijo: «¿Por qué se han puesto de acuerdo para tentar así al Espíritu del Señor? Mira junto a la puerta las pisadas de los que acaban de enterrar a tu marido; ellos también te van a llevar a ti». 10 En ese mismo momento, ella cayó muerta a sus pies; los jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la enterraron junto a su marido. 11 Un gran temor se apoderó entonces de toda la Iglesia y de todos los que oyeron contar estas cosas. 12 Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, 13 pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. 14 Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. 15 Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. 16 La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban curados.