martes, 15 de abril de 2014

1° Lectura. Hechos 5:1-16

Capítulo 5
Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió una propiedad, 2 y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y puso el resto a disposición de los Apóstoles. 3 Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? 4 ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios». 5 Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. 6 Vinieron unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar. 7 Unas tres horas más tarde, llegó su mujer, completamente ajena a lo ocurrido. 8 Pedro le preguntó: «¿Es verdad que han vendido el campo en tal suma?». Ella respondió: «Sí, en esa suma». 9 Pedro le dijo: «¿Por qué se han puesto de acuerdo para tentar así al Espíritu del Señor? Mira junto a la puerta las pisadas de los que acaban de enterrar a tu marido; ellos también te van a llevar a ti». 10 En ese mismo momento, ella cayó muerta a sus pies; los jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la enterraron junto a su marido. 11 Un gran temor se apoderó entonces de toda la Iglesia y de todos los que oyeron contar estas cosas. 12 Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, 13 pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. 14 Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. 15 Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. 16 La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban curados.

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