lunes, 24 de febrero de 2014

3° Lectura Proverbios 14

1 La sabiduría edifica una casa, pero la necedad la destruye con sus propias manos.
2 El que camina con rectitud teme al Señor, el que va por caminos tortuosos lo desprecia.
3 De la boca del necio brota el orgullo, los labios de los sabios son su defensa.
4 Donde no hay bueyes, el establo está limpio, pero la fuerza de un toro da mucha ganancia.
5 Un testigo veraz no engaña, pero el testigo falso profiere mentiras.
6 El insolente busca sabiduría y no la encuentra, pero la ciencia es fácil para el inteligente.
7 Aléjate de la presencia de un necio: no hallarás ciencia en sus labios.
8 La sabiduría del prudente es saber discernir su camino, la insensatez de los necios es puro engaño.
9 El necio se burla de los sacrificios expiatorios, pero entre los hombres rectos se encuentra el favor de Dios.
10 El corazón conoce su propia amargura y ningún extraño se asocia a su alegría.
11 La casa de los malvados será destruida, pero la carpa de los rectos florecerá.
12 Hay caminos que parecen rectos, pero al final son caminos de muerte.
13 También entre risas, sufre el corazón, y al fin la alegría termina en pesar.
14 El descarriado se sacia con los frutos de su conducta, y el hombre de bien con sus acciones.
15 El incauto cree todo lo que le dicen, pero el prudente vigila sus pasos.
16 El sabio teme el mal y se aparta de él, el necio es temerario y se siente seguro.
17 El iracundo comete locuras, el hombre reflexivo sabe aguantar.
18 La herencia de los incautos es la necedad, la corona de los prudentes es la ciencia.
19 Los malos se doblegarán ante los buenos, y los malvados, a las puertas del justo.
20 El pobre resulta odioso aun para su vecino, pero el rico tiene muchos amigos.
21 El que desprecia a su prójimo peca, pero ¡feliz el que se apiada de los humildes!
22 ¿No viven extraviados los que traman el mal? Pero hay amor y fidelidad para los que se dedican al bien.
23 Toda fatiga trae algún provecho, pero la charlatanería sólo aporta indigencia.
24 La corona de los sabios es la prudencia, la diadema de los necios, la insensatez.
25 Un testigo veraz salva las vidas, el que profiere mentiras es un impostor.
26 El temor del Señor es un refugio seguro, que sirve de defensa para los hijos.
27 El temor del Señor es fuente de vida, que aparta de los lazos de la muerte.
28 Un pueblo numeroso es la gloria del rey, la falta de súbditos es la ruina del soberano.
29 El que tarda en enojarse muestra gran inteligencia, el iracundo pone de manifiesto su necedad.
30 Un corazón apacible es la vida del cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.
31 El que oprime al débil ultraja a su Creador, el que se apiada del indigente, lo honra.
32 El malvado es arrasado por su propia malicia, el justo encuentra un refugio en su integridad.
33 En el corazón inteligente reposa la sabiduría, pero entre los necios no se la conoce.
34 La justicia exalta a una nación, pero el pecado es la vergüenza de los pueblos.


35 El favor del rey es para el servidor prudente y su furor, para el desvergonzado.

2° Lectura Éxodo 30-32


Capítulo 30
El altar de los perfumes
1 También harás un altar para quemar el incienso. Lo harás de madera de acacia,
2 de cincuenta centímetros de largo por cincuenta de ancho, es decir, cuadrado. Tendrá un metro de alto. Sus cuernos formarán una sola pieza con él.
3 Recubrirás de oro puro su parte superior, sus costados y sus cuernos, y le colocarás alrededor una moldura de oro.
4 Luego le harás unas argollas de oro, y las pondrás debajo de la moldura, dos de un lado y dos del otro, a fin de pasar por ellas las andas que servirán para transportarlo.
5 Estas últimas las harás de madera de acacia y las recubrirás de oro.
6 Después pondrás el altar delante del velo que oculta el Arca del Testimonio, frente a la tapa que está sobre el arca, allí donde yo me encontraré contigo.
7 Todas las mañanas, al preparar las lámparas, Aarón deberá quemar en él incienso aromático;
8 y a la hora del crepúsculo, cuando vuelva a arreglar las lámparas, lo hará nuevamente. Y ustedes presentarán constantemente delante del Señor esta ofrenda de incienso aromático, a través de las generaciones.
9 No ofrecerán sobre él incienso profano, no holocaustos, ni oblaciones, ni derramarán sobre él ninguna libación.
10 Una vez al año, Aarón realizará el rito de expiación sobre los cuernos del altar. Con la sangre del sacrificio ofrecido el día de la Expiación, hará el rito de expiación a lo largo de las generaciones. Este altar es una cosa santísima, consagrada al Señor.
El impuesto para el Santuario
11 El Señor habló a Moisés en estos términos:
12 Cuando hagas un censo de los israelitas, cada uno pagará al Señor el rescate de su vida, para que no recaiga sobre ellos ninguna calamidad con ocasión del empadronamiento.
13 La cantidad que pagarán todos los que sean sometidos al censo será medio siclo, según el peso de los siclos del Santuario; y este será un tributo reservado al Señor.
14 Todos los que sean sometidos al censo, o sea, los que tengan más de veinte años, pagarán la ofrenda reservada al Señor.
15 El rico no dará más de medio siclo, ni el pobre menos, para cumplir con el impuesto debido al Señor en rescate de sus vidas.
16 Tú recibirás de los israelitas el dinero del rescate y lo destinarás para el servicio de la Carpa del Encuentro. Eso servirá de memorial delante del Señor, en favor de los israelitas, para el rescate de sus vidas.
La fuente de bronce
17 El Señor habló a Moisés en estos términos:
18 Harás una fuente de bronce, con su base también de bronce, para las abluciones. La pondrás entre la Carpa del Encuentro y el altar, y la llenarás de agua,
19 para que en ella se laven los pies Aarón y sus Hijos.
20 Se lavarán cuando entren en la Carpa del Encuentro, para no morir. Y harán lo mismo antes de acercarse al altar a presentar la ofrenda que se quema para el Señor.
21 Se lavarán las manos y los pies, para no morir. Este es un decreto irrevocable para Aarón y sus descendientes, a través de las generaciones.
22 El Señor habló a Moisés en estos términos:
23 Consigue especies aromáticas de la mejor calidad: quinientos ciclos de mirra pura, la mitad –o sea, doscientos cincuenta siclos– de cinamomo, doscientos cincuenta siclos de caña aromática,
24 quinientos siclos de casia –todo esto en siclos del Santuario– y siete litros de aceite de oliva;
25 y prepara con ellos una mezcla aromática, como lo sabe hacer el fabricante de perfumes. Este será el óleo para la unción sagrada.
26 Con él deberás ungir la Carpa del Encuentro, el Arca del Testimonio,
27 la mesa con todos sus utensilios, el candelabro con sus accesorios, el altar de los perfumes,
28 el altar de los holocaustos con todos sus accesorios y la fuente con su base.
29 Así los consagrarás, y serán una cosa santísima. Todo aquello que los toque quedará consagrado.
30 También ungirás a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que ejerzan mi sacerdocio.
31 Luego hablarás a los israelitas en estos términos: Ustedes emplearán este óleo para la unción sagrada, a lo largo de sus generaciones.
32 El no será derramado sobre el cuerpo de ningún hombre y no se hará ningún otro que tenga la misma composición. Es una cosa santa, y como tal deberán considerarlo.
33 El que prepare una mezcla semejante o derrame el óleo sobre un extraño, será excluido de su pueblo.
El incienso sagrado
34 El Señor dijo a Moisés: Consigue las siguientes sustancias aromáticas en cantidades iguales: resina, ámbar, gálbano perfumado e incienso puro,
35 mezcla todo eso, como lo hace un fabricante de perfumes, para hacer un perfume salado, puro y santo.
36 Reduce a polvo una parte de él y colócala delante del Arca del Testimonio, en la Carpa del Encuentro, o sea, en el lugar donde yo me encontraré contigo. Esto será para ustedes una cosa santísima,
37 y para su uso personal no harán ningún otro que tenga la misma composición. Deberás considerarlo algo consagrado al Señor.
38 Cualquiera que prepare otro semejante para aspirar su fragancia, será excluido de su pueblo.

Capítulo 31
Los obreros para la construcción del Santuario
1 El Señor habló a Moisés en estos términos:
2 Yo designé a Besalel –hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá–
3 y lo llené del espíritu de Dios, para conferirle habilidad, talento y experiencia en la ejecución de toda clase de trabajos:
4 tanto para idear proyectos y realizarlos en oro, plata o bronce,
5 como para labrar piedras de engaste, tallar la madera o hacer cualquier otro trabajo.
6 Junto con él puse a Oholiab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, y doté de una habilidad especial a todos los artesanos competentes, a fin de que puedan ejecutar lo que les he ordenado, a saber:
7 la Carpa del Encuentro, el Arca del Testimonio, la tapa que la cubre y todo el mobiliario del Santuario;
8 la mesa con sus utensilios, el candelabro de oro puro con todos sus accesorios, y el altar de los perfumes;
9 el altar de los holocaustos y todos sus utensilios, y la fuente con su base;
10 las vestiduras litúrgicas, o sea, las vestiduras sagradas para el sacerdote Aarón y las que usarán sus hijos para las funciones sacerdotales;
11 el óleo de la unción y el incienso aromático para el Santuario. En la ejecución de todas estas cosas, ellos obrarán conforme a todo lo que yo te he ordenado.
El Sábado
12 El Señor dijo a Moisés:
13 Habla a los israelitas en los siguientes términos: No dejen nunca de observar mis sábados, porque el sábado es un signo puesto entre yo y ustedes, a través de las generaciones, para que ustedes sepan que yo, el Señor, soy el que los santifico.
14 Observarán el sábado, porque es sagrado para ustedes. El que lo profane, será castigado con la muerte. Sí, todo el que haga algún trabajo ese día será excluido de su pueblo.
15 Durante seis días se trabajará, pero el séptimo será un día de descanso solemne, consagrado al Señor. El que trabaje en sábado será castigado con la muerte.
16 Los israelitas observarán el sábado, celebrándolo a través de las generaciones como signo de alianza eterna.
17 Será un signo perdurable entre yo y los israelitas, porque en seis días el Señor hizo el cielo y la tierra, pero el séptimo día descansó y retomó aliento.
18 Cuando el Señor terminó de hablar con Moisés, en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de Dios.


Capítulo 32
El ternero de oro
1 Cuando el pueblo vio que Moisés demoraba en bajar de la montaña, se congregó alrededor de Aarón y le dijo: «Fabrícanos un Dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto»
2 Aarón les respondió: «Quiten a sus mujeres, a sus hijos y a sus hijas, las argollas de oro que llevan prendidas a sus orejas, y tráiganlas aquí».
3 Entonces todos se quitaron sus aros y se los entregaron a Aarón.
4 El recibió el oro, lo trabajó con el cincel e hizo un ternero de metal fundido. Ellos dijeron entonces: «Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto».
5 Al ver esto, Aarón erigió un altar delante de la estatua y anunció en alta voz: «Mañana habrá fiesta en honor del Señor».
6 Y a la mañana siguiente, bien temprano, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y después se levantó para divertirse.
las amenazas del Señor
7 El Señor dijo a Moisés: «Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido.
8 Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: «Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto».
9 Luego le siguió diciendo: «Ya veo que este es un pueblo obstinado.
10 Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación».
La intercesión de Moisés
11 Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: «¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?
12 ¿Por qué tendrán que decir los Egipcios: «El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?». Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mas que quieres infligir a tu pueblo.
13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: «Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia».
14 Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
La destrucción de las Tablas de la Ley
15 Moisés emprendió el camino de regreso y bajó de la montaña llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro.
16 Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada sobre ellas era escritura de Dios.
17 Al escuchar el ruido de las aclamaciones que profería el pueblo, Josué dijo a Moisés: «Hay ritos de guerra en el campamento».
18 Pero Moisés respondió: «No son cantos de victoria, ni alaridos de derrota; lo que oigo son cantos de coros alternados».
19 Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña.
20 Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas.
21 Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo indujeras a cometer un pecado tan grave?».
22 Pero Aarón respondió: «Te ruego, Señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal.
23 Ellos me dijeron: «Fabricamos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto».
24 Entonces les ordené: «El que tenga oro que se desprenda de él. Ellos me lo trajeron, yo lo eché al fuego, y salió este ternero».
La intervención de los levitas y el castigo del pueblo
25 Cuando Moisés vio el desenfreno del pueblo –porque Aarón le había tolerado toda clase de excesos, exponiéndolo así a la burla de sus enemigos–
26 se paró a la entrada del campamento y exclamó: «¡Los que están de parte del Señor, vengan aquí!». Todos los hijos de Leví se agruparon a su alrededor,
27 y él les dijo: «Así habla el Señor, el Dios de Israel: Que cada uno se arme de su espada; recorran el campamento pasando de una puerta a otra, y maten sin tener en cuenta si es hermano, amigo o pariente».
28 Los levitas cumplieron la orden de Moisés, y aquel día cayeron unas tres mil personas del pueblo.
29 Entonces Moisés dijo: «Reciban hoy la investidura sacerdotal de parte del Señor, uno a costa de su hijo, otro a costa de su hermano, y que él les de hoy una bendición».
Nueva súplica de Moisés
30 Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado. Pero ahora subiré a encontrarme con el Señor, y tal vez pueda expiar ese pecado».
31 Moisés fue a encontrarse nuevamente con el Señor y le dijo: «Por desgracia, este pueblo ha cometido un gran pecado, ya que se han fabricado un dios de oro.
32 ¡Si tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto...! Y si no, bórrame por favor del Libro que tú has escrito».
33 El Señor le respondió: «Yo borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí.
34 Y ahora vete. Lleva a este pueblo hasta el lugar que yo te indiqué: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el momento, los visitaré para castigarlos por su pecado».
35 Y el Señor castigó al pueblo por haber hecho el ternero, el que había fabricado Aarón.

1° Lectura Mateo 5: 21-48


21 Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: "No matarás", y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
22 Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
23 Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
24 deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
25 Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
27 Ustedes han oído que se dijo: "No cometerás adulterio".
28 Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
29 Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
30 Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti; es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena.
31 También se dijo: "El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio".
32 Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
33 Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: "No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor".
34 Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios,
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey.
36 No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.
37 Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
38 Ustedes han oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente".
39 Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto;
41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.
42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
43 Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y odiarás a tu enemigo.
44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
45 así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
47 Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?


48 Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.