martes, 11 de marzo de 2014

3° Lectura Proverbios 29


1 El hombre reacio a las reprensiones será destrozado de golpe y sin remedio.
2 Cuando gobiernan los justos, el pueblo se alegra; cuando domina un malvado, el pueblo gime.
3 El que ama la sabiduría es la alegría de su padre, el que frecuenta prostitutas dilapida sus bienes.
4 Con el derecho, un rey da estabilidad al país, pero el que lo abruma con impuestos lo arruina.
5 El hombre que adula a su prójimo le tiende una red bajo sus pies.
6 En el crimen del malvado hay una trampa, pero el justo corre lleno de alegría.
7 El justo se preocupa por la causa de los pobres, pero el malvado es incapaz de comprender.
8 Los provocadores alborotan la ciudad, pero los sabios calman la efervescencia.
9 Cuando un sabio entra en pleito con un necio, sea que se irrite o se divierta, no resuelve nada.
10 Los sanguinarios odian al hombre íntegro, pero los rectos buscan su compañía.
11 El insensato da libre curso a su mal humor, pero el sabio lo refrena y apacigua.
12 Si un jefe se deja llevar de habladurías, todos sus servidores se vuelven malvados.
13 El pobre y el opresor tienen esto en común: el Señor ilumina los ojos de los dos.
14 Si un rey juzga a los pobres conforme a la verdad, su trono estará firme para siempre.
15 La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el joven consentido avergüenza a su madre.
16 Cuando se multiplican los malvados, aumentan los crímenes, pero los justos verán su caída.
17 Corrige a tu hijo, y él te dará tranquilidad y colmará tu alma de delicias.
18 Cuando no hay visión profética, el pueblo queda sin freno, pero ¡feliz el que observa la Ley!
19 A un esclavo no se lo corrige con palabras: aunque entienda, no las tiene en cuenta.
20 ¿Has visto a un hombre que se apura a hablar? Se puede esperar más de un necio que de él.
21 Si a un esclavo se le consiente desde su infancia, terminará por convertirse en un rebelde.
22 El hombre irascible siembra discordias, el furibundo multiplica los crímenes.
23 El orgullo lleva al hombre a la humillación, el de espíritu humilde alcanzará honores.
24 El cómplice de un ladrón se odia a sí mismo: oye la fórmula imprecatoria, pero no lo denuncia.
25 El miedo tiende al hombre una trampa, pero el que confía en el Señor se pone a salvo.
26 Muchos buscan el favor del que gobierna, pero el derecho de cada uno viene del Señor.
27 El hombre inicuo es abominable para los justos, el que sigue el camino recto es abominable para el malvado.

2° Lectura Levítico 19


Prescripciones morales y rituales
1 El Señor dijo a Moisés:
2 Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
3 Respetarán a su madre y a su padre, y observarán mis sábados. Yo soy el Señor, su Dios.
4 No se volverán hacia los ídolos ni se fabricarán dioses de metal fundido. Yo soy el Señor, su Dios.
5 Cuando ofrezcan al Señor un sacrificio de comunión, lo harán de tal manera que les sea aceptado.
6 La víctima deberá ser comida el mismo día en que ofrezcan el sacrificio, o al día siguiente, y lo que quede para el tercer día, será quemado.
7 Y si alguien come algo al tercer día, la víctima no le será aceptada, porque se ha convertido en algo nocivo.
8 El que la coma, cargará con su culpa, porque ha profanado lo que está consagrado al Señor: esa persona será excluida de su pueblo.
9 En el momento de recoger la cosecha, no segarás todo el campo hasta sus bordes, ni volverás a buscar las espigas que queden.
10 No sacarás hasta el último racimo de tu viña ni recogerás los frutos caídos, sino que los dejarás para el pobre y el extranjero. Yo soy el Señor, tu Dios.
11 Ustedes no robarán, no mentirán ni se engañarán unos a otros.
12 No jurarán en falso por mi Nombre, porque profanarían el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.
13 No oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana siguiente el salario del jornalero.
14 No insultarás a un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy el Señor.
15 No cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con justicia.
16 No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el señor.
17 No odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él.
18 No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
19 Ustedes observarán mis preceptos. No cruzarás tu ganado con animales de otra especie. No sembrarás en tu campo dos clases distintas de semilla. No usarás ropa confeccionada con materiales diversos.
20 Si un hombre tiene relaciones sexuales con una esclava reservada a otro hombre, pero que no ha sido rescatada ni puesta en libertad, se pagará una indemnización: ellos no serán castigados con la pena de muerte, porque la mujer no es libre.
21 El hombre llevará un carnero a la entrada de la Carpa del Encuentro, como sacrificio de reparación al Señor.
22 El sacerdote practicará con el carnero el rito de expiación en favor de ese hombre, delante del Señor, por el pecado que cometió, y el pecado le será perdonado.
23 Cuando entren en la tierra y planten árboles frutales de todas clases, deberán considerar sus frutos como algo prohibido: durante tres años los dejarán incircuncisos, y no se los podrá comer.
24 Al cuarto año, todos sus frutos serán consagrados en una fiesta de alabanza al Señor.
25 Y sólo en el quinto año, podrán comer los fruto y almacenar el producto para provecho de ustedes mismos. Yo soy el señor, su Dios.
26 Ustedes no comerán nada que tenga sangre. No practicarán la magia ni la adivinación.
27 No se cortarán el borde de la cabellera en forma de círculo, ni cortarás el borde de tu barba.
28 No se harán incisiones en la carne a causa de los muertos, ni tampoco se harán tatuajes. Yo soy el Señor.
29 No profanarás a tu hija, prostituyéndola, no sea que también la tierra se prostituya y se llene de depravación.
30 Observarán mis sábados y respetarán mi Santuario. Yo soy el Señor.
31 No acudirán a los espíritus de los muertos ni consultarán a otros espíritus, haciéndose impuros a causa de ellos. Yo soy el Señor, su Dios.
32 Te levantarás delante del anciano, y serás respetuoso con las personas de edad. Así temerás a tu Dios. Yo soy el Señor.
33 Cuando un extranjero resida contigo en tu tierra, no lo molestarás.
34 El será para ustedes como uno de sus compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor, su Dios.
35 No cometerán ninguna injusticia en los juicios, ni falsearán las medidas de longitud, de peso o de capacidad.
36 Ustedes deberán tener una balanza justa, una pesa justa y una medida justa. Yo soy el Señor, su Dios, que los hice salir de Egipto.
37 Observen fielmente todos mis preceptos y todas mis leyes. Yo soy el Señor.

1° Lectura Mateo 13:24-58


24 Y les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
25 pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
26 Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
27 Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?.
28 El les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo». Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?».
29 «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
30 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».
31 También les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
32 En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas».
33 Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».
34 Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
35 para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Hablaré en parábolas anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo".
36 Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
37 El les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
38 el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
39 y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
40 Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
42 y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
44 El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
45 El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
46 y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
47 El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
49 Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
50 para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
51 ¿Comprendieron todo esto?». «Sí», le respondieron.
52 Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».
53 Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí
54 y, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. «¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?
55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
56 ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?».
57 Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia».
58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.