Gorgias tomó cinco mil hombres y mil jinetes elegidos, y el ejército partió durante la noche
2 para atacar el campamento de los judíos y derrotarlos sorpresivamente. La gente de la Ciudades a los guiaba.
3 Cuando Judas se enteró de esto, salió con sus soldados para derrotar al ejército real que estaba en Emaús,
4 mientras el resto de las tropas estaban dispersas fuera del campamento.
5 Gorgias llegó de noche al campamento de Judas y al no encontrar a nadie, los estuvo buscando por las montañas, pensando que habían huido.
6 Al rayar el alba, Judas apareció en la llanura con tres mil hombres, pero estos no disponían de las armaduras ni de las espadas que hubieran deseado.
7 Ellos veían, en cambio, que el campamento de los paganos era poderoso y estaba bien fortificado, rodeado de la caballería y con hombres adiestrados para la guerra.
8 Judas dijo a sus hombres: «No teman a esa muchedumbre ni se asusten por sus ataques.
9 Recuerden cómo se salvaron nuestros padres en el Mar Rojo, cuando el Faraón los perseguía con un ejército.
10 Invoquemos ahora al Cielo para que tenga piedad de nosotros.
11 Así reconocerán todas las naciones que hay Alguien que libera y salva a Israel».
12 Los extranjeros alzaron los ojos y, al ver que los judíos venían contra ellos,
13 salieron del campamento a presentar batalla. Los hombres de Judas hicieron sonar la trompeta
14 y entraron en combate. Los paganos fueron derrotados y huyeron hacia la llanura,
15 y los que habían quedado rezagados cayeron al filo de la espada. Los demás fueron perseguidos hasta Gázara y hasta las llanuras de Idumea, Azoto y Iamnia. Los que murieron fueron alrededor de tres mil hombres.
16 Cuando Judas y su ejército dejaron de perseguirlos,
17 Judas dijo al pueblo: «No tengan avidez por el botín, porque nos espera otra batalla.
18 Gorgias y su ejército están cerca de nosotros en la montaña: hagan frente a nuestros enemigos y combatan contra ellos; después podrán apoderarse libremente del botín».
19 Apenas Judas terminó de hablar, se asomó por las montañas un destacamento enemigo.
20 Ellos vieron que los suyos habían huido y que el campamento había sido incendiado, porque el humo que se divisaba ponía de manifiesto lo que había sucedido.
21 Ante tal espectáculo se llenaron de espanto, y como vieron en la llanura al ejército de Judas, dispuesto a librar batalla.
22 huyeron todos al país de los filisteos.
23 Judas volvió entonces al campamento para saquearlo, y recogieron gran cantidad de oro y plata, telas de púrpura violeta y de púrpura marina, y muchas otras riquezas.
24 De regreso cantaban y bendecían al Cielo: «Porque es bueno, porque es eterno su amor».
25 Israel obtuvo aquel día una gran victoria.
26 Los extranjeros que habían podido escapar se fueron a anunciar a Lisias todo lo que había sucedido.
27 Esta noticia lo dejó consternado y abatido, porque a Israel no le había sucedido lo que él deseaba y las cosas no habían salido como el rey se lo había ordenado.
28 Al año siguiente, Lisias reunió sesenta mil hombres elegidos y cinco mil jinetes para combatir contra los judíos.
29 Cuando llegaron a Idumea y acamparon en Betsur, Judas les salió al encuentro con diez mil hombres,
30 y al ver aquel poderoso ejército, hizo esta oración: «Bendito seas, Salvador de Israel, que aplastaste la soberbia del gigante por la mano de tu servidor David y entregaste el ejército de los filisteos en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero.
31 Entrega así este ejército en manos de tu pueblo Israel. Que ellos se sientan avergonzados de sus tropas y de su caballería.
32 Infúndeles miedo, quiebra la audacia que les da su fuerza y que se conmuevan por su derrota.
33 Derríbalos con la espada de los que te aman, para que te canten himnos de alabanza todos los que conocen tu Nombre».
34 Cuando se enfrentaron los dos ejércitos, cayeron en el combate unos cinco mil hombres de Lisias.
35 Al ver la derrota sufrida por sus tropas y la intrepidez de los soldados de Judas, que estaban resueltos a vivir o a morir heroicamente, Lisias volvió a Antioquía, donde reclutó mercenarios con la intención de regresar a Judea con fuerzas más numerosas.
36 Judas y sus hermanos dijeron: «Nuestros enemigos han sido aplastados; subamos a purificar el Santuario y a celebrar su dedicación».
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lunes, 14 de abril de 2014
4° Lectura. 1° Macabeos 4:1-36
3° Lectura. Job 14
2° Lectura. Deuteronomio 21-22
Capítulo 21
Expiación del homicidio cometido por un desconocido El hijo rebelde 18 Si un hombre tiene un hijo indócil y rebelde, que desobedece a su padre y a su madre, y no les hace caso cuando ellos lo reprenden, 19 su padre y su madre lo presentarán ante los ancianos del lugar, en la puerta de la ciudad, 20 y dirán a los ancianos: «Este hijo nuestro es indócil y rebelde; no quiere obedecernos, y es un libertino y un borracho». 21 Entonces todos los habitantes de su ciudad lo matarán a pedradas. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes, y todo Israel, cuando se entere, sentirá temor. El cadáver expuesto 22 Si un hombre, culpable de un crimen que merece la pena de muerte, es ejecutado y colgado de un árbol, 23 su cadáver no quedará en el árbol durante la noche, sino que lo enterrarás ese mismo día, porque el que está colgado de un árbol es una maldición de Dios. Y tú no mancharás el suelo que el Señor, tu Dios, te da como herencia.
Capítulo 22
Prescripciones diversas
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1° Lectura. Hechos 4:23-37
Una vez en libertad, los Apóstoles regresaron adonde estaban sus hermanos, y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.
24 Al oírlos, todos levantaron la voz y oraron a Dios unánimemente: «Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos;
25 tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste estas palabras en labios de nuestro padre David, tu servidor: "¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos?
26 Los reyes de la tierra se rebelaron y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Ungido".
27 Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien tú has ungido.
28 Así ellos cumplieron todo lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado de antemano.
29 Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad: 30 extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús:. 31 Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios. 32 La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. 33 Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima. 34 Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían 35 y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades. 36 Y así José, llamado por los Apóstoles Bernabé –que quiere decir hijo del consuelo– un levita nacido en Chipre 37 que poseía un campo, lo vendió, y puso el dinero a disposición de los Apóstoles. |
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