jueves, 13 de marzo de 2014

4° Lectura Judit 7

1 Al día siguiente, Holofernes ordenó a todo su ejército y a toda la tropa de auxiliares que se habían unido a él, que emprendieran la marcha hacia Betulia, que ocuparan los desfiladeros de la montaña y atacaran a los israelitas.
2 Y aquel mismo día, todos sus guerreros levantaron el campamento. Su ejército se componía de ciento setenta mil soldados de infantería, y de doce mil jinetes, sin contar los encargados del equipaje, y los hombres de a pie que los acompañaban: era un inmensa multitud.
3 Acamparon en el valle cercano a Betulia, junto a la fuente, y se desplegaron a lo ancho, desde Dotaim hasta Belbaim, y a lo largo, desde Betulia hasta Ciamón, que está frente a Esdrelón.
4 Al ver aquella multitud, los israelitas quedaron despavoridos y se decían unos a otros: «Estos van a arrasar ahora toda la superficie de la tierra; ni las más altas montañas, ni los barrancos, ni las colinas podrán soportar su peso».
5 Entonces cada uno empuñó sus armas de guerra y montaron guardia toda aquella noche, encendiendo fogatas sobre las torres.
6 Al segundo día, Holofernes exhibió toda su caballería delante de los israelitas que estaban en Betulia;
7 luego examinó los accesos de la ciudad; inspeccionó los manantiales y se apoderó de ellos, colocando allí puestos de guardia. Después volvió a reunirse con sus tropas.
8 Vinieron entonces a su encuentro los príncipes de los hijos de Esaú, todos los jefes del pueblo de Moab y los oficiales del litoral, y le dijeron:
9 «Si nuestro señor se digna escuchar un consejo, no habrá bajas en su ejército.
10 Este pueblo de los israelitas no confía en sus lanzas, sino en las alturas de las montañas donde habitan, porque no es fácil escalar las cimas de sus montañas.
11 Por eso, señor, no entres en combate con ellos y no caerá ni uno solo de tu pueblo.
12 Quédate en tu campamento y reserva a todos los hombres de tu ejército; basta con que tus servidores se apoderen de la fuente que brota al pie de la montaña,
13 porque de ella sacan el agua todos los habitantes de Betulia; así, devorador por la sed, tendrán que entregar la ciudad. Mientras tanto, nosotros y nuestra gente escalaremos las cimas de las montañas vecinas y acamparemos allí, para impedir que alguien salga de la ciudad.
14 El hambre los consumirá a ellos, a sus mujeres y a sus niños, y antes que los alcance la espada caerán tendidos en las calles de la ciudad.
15 Así les harás pagar bien caro su rebeldía y el haberse rehusado a salir pacíficamente a tu encuentro».
16 La propuesta satisfizo a Holofernes y a todos sus oficiales, y él decidió proceder de esa manera.
17 Un destacamento de amonitas partió acompañado de cinco mil asirios. Ellos acamparon en el valle, y se apoderaron de los depósitos de agua y de los manantiales de los israelitas.
18 Entre tanto, los edomitas y los amonitas subieron para acampar en la colina situada frente a Dotaim y enviaron a algunos de ellos hacia el sur y hacia el este, frente a Egrebel, que está cerca de Cus, a orillas del torrente Mocmur. El resto del ejército asirio tomó posiciones en la llanura, cubriendo toda la superficie de la región. Sus tiendas de campaña y sus equipajes formaban un inmenso campamento, porque era una enorme multitud.
19 Al verse rodeados por todos sus enemigos, los israelitas invocaron al Señor, su Dios, porque se sentían anonadados y sin posibilidad de romper el cerco.
20 Todo el ejército asirio –los soldados, los carros de guerra y los jinetes– mantuvieron el cerco durante treinta y cuatro días. A todos los habitantes de Betulia se les agotaron las reservas de agua
21 y las cisternas comenzaron a secarse, de manera que nadie podía beber lo indispensable para cada día porque el agua se les distribuía racionada.
22 Los niños languidecían, y las mujeres y los jóvenes desfallecían de sed y caían exhaustos en las plazas de la ciudad y en los umbrales de las puertas.
23 Todo el pueblo, los jóvenes, las mujeres y los niños se amotinaron contra Ozías y contra los jefes de la ciudad, y clamaban a gritos, diciendo a los ancianos:
24 «Que Dios sea el juez entre nosotros y ustedes, por la gran injusticia que cometen contra nosotros al no entrar en negociaciones de paz con los asirios.
25 Ya no hay nadie que pueda auxiliarnos, porque Dios nos ha puesto en manos de esa gente para que desfallezcamos de sed ante sus ojos y seamos totalmente destruidos.
26 Llámenlos ahora mismo y entreguen la ciudad como botín a Holofernes y a todo su ejército,
27 porque es preferible que seamos sus prisioneros: así seremos esclavos, pero salvaremos nuestra vida y no tendremos que contemplar con nuestros propios ojos la muerte de nuestros pequeños, y no veremos a nuestras mujeres y a nuestros hijos exhalar el último suspiro.
28 Los conjuramos por el cielo y por la tierra, y también por nuestro Dios y Señor de nuestros padres, que nos castiga por nuestros pecados y por las transgresiones de nuestros antepasados; hagan hoy mismo lo que les decimos».
29 Y toda la asamblea prorrumpió en un amargo llanto, implorando a grandes voces al Señor Dios.
30 Pero Ozías les dijo: «Animo, hermanos, resistamos cinco días más. En el transcurso de ellos, el Señor, nuestro Dios, volverá a tener misericordia de nosotros, porque no nos abandonará hasta el fin.
31 Si transcurridos estos días, no nos llega ningún auxilio, entonces obraré como ustedes dicen».
32 Luego disolvió a la multitud para que cada uno regresara a su puesto: los hombres se dirigieron a los muros y a las torres de la ciudad, pero a las mujeres y a los niños los envió a sus casas. Mientras tanto, la ciudad quedó sumida en una profunda consternación.

3° Lectura Proverbios 31


1 Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le inculcó su madre:
2 ¡No, hijo mío! ¡No, hijo de mis entrañas! ¡No, hijo de mis votos!
3 No entregues tu vigor a las mujeres, ni tu vida a las que corrompen a los reyes.
4 No es propio de los reyes, Lemuel, no es propio de los reyes beber vino, ni de los príncipes desear bebidas fuertes,
5 no sea que por beber se olviden de los decretos y traicionen la causa de los desvalidos.
6 Den bebida fuerte al que va a perecer y vino al que está sumido en la amargura:
7 que beba y se olvide de su miseria y no se acuerde más de su desgracia.
8 Abre tu boca en favor del mudo y en defensa de todos los desamparados;
9 abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del desvalido y del pobre.
10 [Alef] Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas.
11 [Bet] El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación.
12 [Guímel]Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida.
13 [Dálet] Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos.
14 [He] Es como los barcos mercantes: trae sus provisiones desde lejos.
15 [Vau] Se levanta cuando aún es de noche, distribuye la comida a su familia y las tareas a sus servidoras.
16 [Zain] Tiene en vista un campo, y lo adquiere, con el fruto de sus manos planta una viña.
17 [Jet] Ciñe vigorosamente su cintura y fortalece sus brazos para el trabajo.
18 [Tet] Ve con agrado que sus negocios prosperan, su lámpara no se apaga por la noche.
19 [Iod] Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso.
20 [Caf] Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente.
21 [Lámed] No teme por su casa cuando nieva, porque toda su familia tiene la ropa forrada.
22 [Mem] Ella misma se hace sus mantas, y sus vestidos son de lino fino y púrpura.
23 [Nun] Su marido es respetado en la puerta de la ciudad, cuando se sienta entre los ancianos del lugar.
24 [Sámec] Confecciona telas finas y las vende, y provee de cinturones a los comerciantes.
25 [Ain] Está revestida de fortaleza y dignidad, y afronta confiada el porvenir.
26 [Pe] Abre su boca con sabiduría y hay en sus labios una enseñanza fiel.
27 [Sade] Vigila la marcha de su casa y no come el pan ociosamente.
28 [Qof] Sus hijos se levantan y la felicitan, y también su marido la elogia:
29 [Res] «¡Muchas mujeres han dado pruebas de entereza, pero tú las superas a todas!».
30 [Sin] Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada.
31 [Tau] Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente.

2° Lectura Levítico 22-23


Capítulo 22
La santidad de los que participan de las comidas sagradas
1 El Señor dijo a Moisés:
2 Instruye a Aarón y a sus hijos, para que tengan mucho cuidado con los dones sagrados que me consagran los israelitas, no sea que profanen mi santo Nombre. Yo soy el Señor.
3 Por eso, diles lo siguiente: Si alguno de sus descendientes, en cualquier generación, participa en estado de impureza de los dones sagrados que los israelitas consagran al Señor, será excluido de mi presencia. Yo soy el Señor.
4 Ningún descendiente de Aarón que sea leproso o padezca de blenorrea, podrá comer de los dones sagrados hasta que quede purificado. Si alguien toca lo que se ha vuelto impuro a causa de un cadáver, o si tiene una eyaculación,
5 o si toca algún animal o algún ser humano que lo hace impuro –cualquiera sea la clase de impureza–
6 si alguien toca algo de eso, será impuro hasta la tarde y no comerá de las cosas sagradas sin lavarse antes con agua.
7 Al ponerse el sol quedará puro, y entonces podrá comer de las cosas sagradas, porque son su alimento.
8 No comerá ningún animal muerto o despedazado por la fieras, porque de lo contrario incurría en impureza. Yo soy el Señor.
9 Que observen mis prescripciones, no sea que carguen con un pecado a causa del alimento, y mueran por haberlo profanado. Yo soy el Señor, que los santifico.
Los excluidos de las comidas sagradas
10 Ningún extraño podrá comer de las cosas sagradas, ni tampoco lo harán el huésped o el jornalero de un sacerdote.
11 Pero si un sacerdote adquiere con su dinero un esclavo, este podrá comer de las cosas sagradas; y también los esclavos nacidos en su casa podrán comer de su pan.
12 Si la hija de un sacerdote se casa con alguien que no es sacerdote, ella no podrá comer de las ofrendas sagradas.
13 Pero si la hija de un sacerdote queda viuda o es repudiada y, no teniendo hijos, vuelve a la casa de su padre como en su juventud, podrá comer del pan de su padre. Ningún extraño comerá de él;
14 y si alguien, por inadvertencia, come de una ofrenda sagrada, deberá restituirla al sacerdote, añadiendo además una quinta parte de su valor.
15 Los sacerdotes no permitirán que los israelitas profanen los dones sagrados que ellos reservan para el Señor,
16 o que carguen con un pecado que exige una reparación, por comer esos dones sagrados. Porque yo soy el Señor, que los santifico.
Los animales para los sacrificios
17 El Señor dijo a Moisés:
18 Habla en estos término a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas: Si un hombre de la casa de Israel, o alguno de los extranjero residentes en Israel presenta su ofrenda al señor para un holocausto –ya sea en cumplimiento de un voto o como ofrenda voluntaria–
19 para que esa ofrenda le sea aceptada, tendrá que ser buey, oveja o cabra, macho y sin defecto.
20 No ofrezcan nada que tenga algún defecto, porque no les será aceptado.
21 Y si alguien –sea en cumplimiento de un voto especial o como ofrenda voluntaria– presenta al Señor en sacrificio de comunión un animal del ganado mayor o menor, para que esa ofrenda le sea aceptada, tendrá que ser sin defecto: no habrá en ella ninguna imperfección.
22 No deberán ofrecer ni presentar como ofrenda que se quema para el Señor ningún animal ciego, estropeado o mutilado, ulcerado, sarnoso o purulento.
23 En cambio, podrán ofrecer como ofrenda voluntaria un buey o una oveja con un miembro demasiado largo o demasiado corto; pero no les será aceptado en cumplimiento de un voto.
24 Tampoco ofrecerán animales con los testículos aplastados, destrozados, arrancados o cortados. No harán nada de esto en su tierra,
25 ni aceptarán estos animales a los extranjeros para ofrecerlos como alimento de su Dios, porque en ellos hay una deformidad y tienen un defecto. Por eso no les serán aceptados.
26 El Señor dijo a Moisés:
27 Cuando nazca un ternero, un cordero o un cabrito, estará siete días con su madre, y a partir del octavo será aceptado como ofrenda que se quema para el Señor.
28 Pero no inmolarán ningún animal del ganado mayor o menor junto con su cría, en un mismo día.
29 Cuando ofrezcan al Señor un sacrificio de acción de gracias, háganlo de tal manera que les sea aceptado.
30 Será comido ese mimo día; no dejarán nada para el día siguiente. Yo soy el Señor.
Última exhortación
31 Observen fielmente mis mandamientos. Yo soy el Señor.
32 No profanen mi santo Nombre, para que yo sea santificado en medio de los israelitas. Yo soy el Señor, que los santifico,
33 el que los hizo salir de Egipto para ser su Dios. Yo soy el señor.

Capítulo 23
El calendario de las fiestas litúrgicas: el Sábado
1 El Señor dijo a Moisés:
2 Habla en estos términos a los israelitas: Estas son mis fiestas, las fiestas del Señor en las que ustedes convocarán las asambleas litúrgicas:
3 Durante seis días se trabajará, pero el séptimo será un día de reposo, de asamblea litúrgica, en el que ustedes no harán ningún trabajo. Será un sábado consagrado al Señor, cualquiera sea el lugar donde habiten.
La Pascua y los Ácimos
4 Las fiestas del Señor, las asambleas litúrgicas que ustedes convocarán a su debido tiempo, son las siguientes:
5 En el primer mes, el día catorce, al ponerse el sol, se celebrará la Pascua del señor,
6 y el quince de ese mismo mes tendrá lugar la fiesta de los Acimos en honor del Señor. Durante siete días comerán panes sin levadura.
7 El primer día tendrán una asamblea litúrgica y no harán ningún trabajo servil.
8 Durante siete días ofrecerán una ofrenda que se quema para el Señor. El séptimo día habrá una asamblea litúrgica y ustedes no harán ningún trabajo servil.
La ofrenda de la primera gavilla
9 El Señor dijo Moisés:
10 Habla en estos términos a los israelitas: Cuando entren en la tierra que yo les doy y cuando recojan la cosecha, entregarán al sacerdote la primera gavilla.
11 El día siguiente al sábado, él la ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, para que les sea aceptada;
12 y ese mismo día ustedes sacrificarán como holocausto al Señor un cordero de un año y sin defecto.
13 Juntamente con él, presentarán –como ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor– una oblación consistente en dos décimas de harina de la mejor calidad mezclada con aceite; y añadirán como libación un litro y medio de vino.
14 Antes de ese día, o sea, antes de entregar la ofrenda de su Dios, no comerán pan, grano tostado ni espigas tiernas. Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten.
La Fiesta de las Semanas
15 También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla ofrecida con el gesto de presentación, o sea a partir del día siguiente al sábado. Las semanas deberán ser completas.
16 Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo.
17 Ustedes traerán desde sus casas dos panes, para que sean ofrecidos con el gesto de presentación. Cada pan deberá estar preparado con dos décimas de harina de la mejor calidad y cocido después de fermentar: son las primicias para el Señor.
18 junto con el pan, ofrecerán en holocausto al Señor siete corderos de un año y sin defecto, un novillo y dos carneros, con sus correspondientes oblaciones y libaciones, como ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.
19 También ofrecerán un chivo como sacrificio por el pecado, y dos corderos de un año como sacrificio de comunión.
20 El sacerdote los ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, junto con el pan de las primicias y dos corderos. Todo esto es una cosa consagrada al Señor y pertenecerá al sacerdote.
21 Ese mismo día harán una convocatoria: ustedes tendrán una asamblea litúrgica y no se podrá realizar ningún trabajo servil. Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten,
22 En el momento de recoger la cosecha de tu tierra, no segarás todo el campo hasta sus bordes, ni volverás a buscar las espigas caídas: las dejarás para el pobre y el extranjero. Yo soy el Señor, tu Dios.
El primer día del séptimo mes
23 El Señor dijo a Moisés:
24 Habla en estos términos a los israelitas: El primer día del séptimo mes será para ustedes un día de descanso, una conmemoración anunciada con toque de trompetas, y habrá una asamblea litúrgica.
25 No harán ningún trabajo servil y presentarás una ofrenda que se quema en homenaje al Señor.
El Día de la Expiación
26 El Señor dijo a Moisés:
27 Además, el décimo día de ese séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor.
28 En el transcurso de todo ese día no harán ningún trabajo, porque es el día de la Expiación, en que se practicará el rito de expiación en favor de ustedes, delante del Señor, su Dios.
29 El que no observe el ayuno a lo largo de ese día, será excluido de su pueblo.
30 Y yo haré desaparecer de su pueblo al que realice cualquier clase de trabajo.
31 Ustedes no harán ningún trabajo. Es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten.
32 Este será para ustedes un día de descanso, en el que observarán el ayuno, El noveno día del mes por la tarde, desde esa tarde hasta la siguiente, observarán este descanso.
La Fiesta de las Chozas
33 El Señor dijo a Moisés:
34 Habla en estos términos a los israelitas: Además, el día quince de este séptimo mes se celebrará la fiesta de las Chozas en honor del Señor, durante siete días.
35 El primer día habrá una asamblea litúrgica, y ustedes no harán ningún trabajo servil.
36 Durante siete días presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. Al octavo día, celebrarán una asamblea litúrgica y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor: es una asamblea solemne y ustedes no harán ningún trabajo.
Conclusión
37 Estas son las fiestas del Señor, en las que ustedes convocarán las asambleas litúrgicas y presentarán ofrendas que se queman para el Señor –holocaustos, oblaciones, sacrificios y libaciones, según corresponda a cada día–
38 además de los sábados del Señor, y de los dones, las ofrendas votivas y las ofrendas voluntarias que ustedes ofrezcan al Señor.
Apéndice sobre la Fiesta de las Chozas
39 El día quince del séptimo mes, cuando hayan cosechado los productos de la tierra, celebrarán la Fiesta del Señor durante siete días. El primero y el octavo día serán de descanso.
40 El primer día ustedes tomarán frutos de los mejores árboles frondosos y sauces del río, y se alegrarán en la presencia del Señor, su Dios, durante siete días.
41 Así celebrarán la Fiesta del Señor durante siete días cada año, en el séptimo mes. Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones.
42 Durante siete días vivirán en chozas. Así tendrán que hacerlo todos los nativos de Israel,
43 para que las generaciones futuras sepan que yo hice vivir en chozas a los israelitas, cuando los hice salir del país de Egipto. Yo soy el Señor, su Dios.
44 De esta manera, Moisés declaró a los israelitas cuáles eran las fiestas del Señor.

1° Lectura Mateo 14:22-36


22 En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
23 Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
24 La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
27 Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman.
28 Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
29 «Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
30 Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame».
31 En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
32 En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
33 Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».
34 Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.
35 Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,
36 rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.