miércoles, 12 de marzo de 2014

3° Lectura Proverbios 30


1 Palabras de Agur, hijo de Iaqué, de Masá. Oráculo de este gran hombre: ¡Me he fatigado, Dios, me he fatigado, Dios, y estoy exhausto!
2 Sí, soy demasiado torpe para ser un hombre y no tengo la inteligencia de un ser humano;
3 nunca aprendí la sabiduría, ¡y qué puedo saber de la ciencia del Santo!
4 ¿Quién subió a los cielos y descendió? ¿Quién recogió el viento en sus puños? ¿Quién contuvo las aguas en su manto? ¿Quién estableció los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el nombre de su hijo, si es que lo sabes?
5 Toda palabra de Dios es acrisolada, Dios es un escudo para el que se refugia en él.
6 No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y seas tenido por mentiroso.
7 Hay dos cosas que yo te pido, no me la niegues antes que muera:
8 aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des ni pobreza ni riqueza, dame la ración necesaria,
9 no sea que, al sentirme satisfecho, reniegue y diga: «¿Quién es el Señor?», o que, siendo pobre, me ponga a robar y atente contra el nombre de mi Dios.
10 No denigres a un servidor delante de su patrón, no sea que él te maldiga y cargues con la culpa.
11 Hay cierta clase de gente que maldice a su padre y no bendice a su madre,
12 gente que se considera pura y no se ha lavado de su inmundicia.
13 ¡Qué altaneros son los ojos de esa gente, cuánto desdén hay en sus miradas!
14 Sus dientes son espadas y sus mandíbulas, cuchillos, para devorar a los desvalidos de la tierra y a los más pobres entre los hombres.
15 La sanguijuela tiene dos hijas: «¡Dame!» y «¡Dame!». Hay tres cosas insaciables y cuatro que nunca dicen: «¡Basta!».
16 el Abismo y el vientre estéril, la tierra, que no se sacia de agua, y el fuego, que nunca dice: «¡Basta!».
17 Al ojo que se burla de su padre y desprecia la vejez de su madre, lo vaciarán los cuervos del torrente y lo devorarán los aguiluchos.
18 Hay tres cosas que me superan y cuatro que no comprendo:
19 el camino del águila en el cielo, el camino de la serpiente sobre la roca, el camino del hombre en una joven.
20 Esta es la conducta de la mujer adúltera: come, se limpia la boca y exclama: «¡No hice nada malo!».
21 Por tres cosas tiembla la tierra y hay cuatro que no puede soportar:
22 un esclavo que llega a rey, un tonto que se harta de pan,
23 una mujer odiada que encuentra marido y una esclava que hereda a su señora.
24 Hay cuatro seres, lo más pequeños de la tierra, que son sabios entre los sabios:
25 las hormigas, pueblo sin fuerza, que aseguran sus provisiones en verano;
26 los damanes, pueblo sin poder, que instalan sus casa en la roca;
27 las langostas, que no tienen rey, pero avanzan todas en escuadrones;
28 la lagartija, que puedes agarrar con la mano, pero habita en los palacios de los reyes.
29 Hay tres cosas de paso majestuoso y cuatro que caminan con elegancia:
30 el león, el más fuerte entre los animales, que no retrocede ante nada;
31 el gallo vigoroso, o el chivo, y el rey al frente de su regimiento.
32 Si fuiste tan tonto que te exaltaste a ti mismo y luego reflexionaste, tápate bien la boca,
33 porque apretando la leche se saca manteca, apretando la nariz se saca sangre y apretando la ira se saca una disputa.

2° Lectura Levítico 20-21


Capítulo 20
Faltas cultuales y sexuales castigadas con la muerte
1 Y el Señor dijo a Moisés:
2 Tú les dirás a los israelitas: Cualquier hombre entre ustedes, o entre los extranjeros residentes en Israel, que entregue a alguno de sus descendientes a Moloc, será castigado con la muerte: el pueblo del país lo hará morir a pedradas.
3 Yo volveré mi rostro contra ese hombre y lo extirparé de su pueblo, porque él dio un descendiente suyo a Moloc, y así manchó mi Santuario y profanó mi santo Nombre.
4 Y si el pueblo del país cierra sus ojos ante ese hombre, cuando él entrega un descendiente suyo a Moloc, y no lo mata,
5 yo mismo volveré mi rostro contra ese hombre y su familia, y lo extirparé de su pueblo, junto con todos aquellos que lo sigan, prostituyéndose detrás de Moloc.
6 Y si una persona consulta a los espíritus de los muertos o a otros espíritus, y se prostituye detrás de ellos, yo volveré mi rostro contra esa persona y la extirparé de su pueblo.
7 Ustedes se santificarán y serán santos, porque yo soy el Señor, su Dios.
8 Observarán fielmente mis preceptos, Yo soy el Señor, que los santifico.
9 Si alguien insulta a su padre o a su madre, será castigado con la muerte, él ha insultado a su padre y a su madre, y por eso su propia sangre caerá sobre él.
10 Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, los dos serán castigados con la muerte.
11 Si un hombre se acuesta con la mujer de su padre, es como si tuviera relaciones con su propio padre; por eso los dos serán castigados con la muerte, y su sangre caerá sobre ellos.
12 Si un hombre se acuesta con su nuera, los dos serán castigados con la muerte; ellos han cometido un incesto, y por eso su sangre caerá sobre ellos.
13 Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, los dos cometen una cosa abominable; por eso serán castigados con la muerte y su sangre caerá sobre ellos.
14 Si un hombre se casa con una mujer y con la madre de esta, lo que hace es una depravación: tanto él como ellas serán quemados, para que no haya tal depravación entre ustedes.
15 Si un hombre tiene trato sexual con una bestia, será castigado con la muerte, y también matarán a la bestia.
16 Si una mujer se acerca a una bestia para unirse con ella, matarán a la mujer y a la bestia: ambas serán castigadas con la muerte y su sangre caerá sobre ellas.
17 Si alguien se casa con su hermana –sea hija de su padre o de su madre– de manera que él ve la desnudez de ella, y ella la de él, cometen una ignominia: ambos serán extirpados a la vista de sus compatriotas. Por haber tenido relaciones con su hermana, él deberá cargar con su culpa.
18 Si un hombre se acuesta con una mujer en su período menstrual y tiene relaciones con ella, los dos serán extirpados de su pueblo, por él ha puesto al desnudo la fuente del flujo de la mujer y ella la ha descubierto.
19 No tendrás relaciones con la hermana de tu madre ni con la hermana de tu padre, porque eso sería como tener relaciones con uno mismo: los que lo hagan cargarán con su culpa.
20 Si un hombre se acuesta con la mujer de su tío paterno, es como si tuviera relaciones con este último: los que lo hagan cargarán con su culpa y morirán sin tener hijos.
21 Si un hombre se casa con la mujer de su hermano, lo que hace es una indecencia, porque es como si tuviera relaciones con su hermano: los que lo hagan no tendrán hijos.
Exhortación a cumplir los preceptos del Señor
22 Observen todos mi preceptos y mis leyes, y pónganlos en práctica: entonces no los vomitaré de la tierra adonde yo los haré entrar para que vivan en ella.
23 No sigan los preceptos de la nación que yo expulsaré delante de ustedes. Precisamente porque ellos hicieron todas estas cosas, yo les tomé repulsión
24 y les aseguré a ustedes que poseerían su suelo, esa tierra que mana leche y miel, la tierra que yo les daré en posesión.
Lo puro y lo impuro
    Yo soy el Señor, su Dios, que los separé de los otros pueblos.
25 Por eso ustedes deberán separar los animales puros de los impuros, y los pájaros impuros de los puros. No se hagan abominables a causa de un animal, de un pájaro o de cualquier alimaña que se arrastra por el suelo, porque yo los separé para que a ustedes los consideren impuros.
26 Ustedes serán santos, porque yo, el Señor, soy santo, y los separé de los otros pueblos, para que me pertenezcan.
27 El hombre o la mujer que consulten a los muertos o a otros espíritus, serán castigados con la muerte: los matarán a pedradas, y su sangre caerá sobre ellos.

Capítulo 21
La santidad de los sacerdotes
1 El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a los sacerdotes hijos de Aarón: Nadie deberá incurrir en impureza por el cadáver de alguno de los suyos,
2 a no ser que se trate de un paciente muy cercano: su madre, su padre, su hijo, su hija o su hermano;
3 o por el cadáver de una hermana virgen, que estaba muy próxima a él, porque aún no se había casado.
4 Pero nadie podrá incurrir en impureza ni profanarse por una mujer casada de su familia.
5 Los sacerdotes no se raparán la cabeza, ni se cortarán los bordes de la barba, ni se harán incisiones en el cuerpo.
6 Estarán consagrados a su Dios y no profanaran el nombre de su Dios; porque son los presentan las ofrendas que se queman para el Señor –el alimento de su Dios– y por eso deben ser santos.
7 Tampoco se casarán con una mujer envilecida por la prostitución, ni con una mujer divorciada de su marido, porque el sacerdote está consagrado a su Dios.
8 Deberás considerarlo santo, porque él ofrece el alimento de tu Dios. Será santo para ti, porque yo, el Señor que te santifico, soy santo.
9 Si la hija de un sacerdote se envilece a sí misma prostituyéndose, envilece a su propio padre, y por eso será quemada.
La santidad del Sumo Sacerdote
10 El sacerdote que tiene la preeminencia entre sus hermanos, aquel sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura para usar los ornamentos, no llevará los cabellos sueltos ni rasgará sus vestiduras;
11 no entrará donde haya un cadáver ni incurrirá en impureza, aunque sea por su padre o por su madre.
12 Tampoco se alejará del Santuario de Dios, para no profanarlo, porque él tiene sobre sí la consagración conferida con el óleo de la unción de su dios. Yo soy el Señor.
13 El sacerdote deberá tomar por esposa a una virgen.
14 No se casará con una viuda, ni con una divorciada, ni con una mujer envilecida por la prostitución. Lo hará solamente con una virgen de su propio pueblo,
15 para no profanar su descendencia en medio de su pueblo, porque yo soy el señor, que lo santifico.
Los impedimentos para el sacerdocio
16 El Señor siguió diciendo a Moisés:
17 Habla en estos términos a Aarón: Ninguno de tus descendientes que tenga un defecto corporal se acercará a ofrecer el alimento de su Dios, a lo largo de las generaciones.
18 No podrá acercarse nadie que tenga un defecto corporal: ninguno que sea ciego, rengo, desfigurado o deforme;
19 que tenga la pierna o el brazo rotos;
20 que sea jorobado o raquítico; que tenga una mancha en los ojos; que está enfermo de sarna o de tiña, o que esté castrado.
21 Ningún descendiente del sacerdote Aarón que tenga un defecto presentará las ofrendas que se queman para el Señor; por tener un defecto, no se acercará a presentar el alimento de su Dios.
22 Podrá comer, en cambio, el alimento de su dios, tanto las cosas santísimas como olas santas.
23 Pero no entrará detrás del velo ni se acercará al altar; él tiene un defecto corporal y no debe profanar esos lugares que me están consagrados, porque yo soy el Señor, que los santifico.
24 Así habló Moisés a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas.

1° Lectura Mateo 14:1-21


1 En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes,
2 y él dijo a sus allegados: «Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos».
3 Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,
4 porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla».
5 Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
6 El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes
7 que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
8 Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
9 El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran
10 y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
11 Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre.
12 Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
13 Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para esta a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
14 Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
15 Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos».
16 Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos».
17 Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados».
18 «Tráiganmelos aquí», les dijo.
19 Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
20 Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
21 Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.