sábado, 8 de febrero de 2014

3° Lectura SALMO 39


Del maestro de coro. De Iedutún. Salmo de David.
2 Yo pensé: «Voy a vigilar mi proceder
para no excederme con la lengua;
le pondré una mordaza a mi boca,
mientras tenga delante al malvado».
3 Entonces me encerré en el silencio,
callé, pero no me fue bien:
el dolor se me hacía insoportable;
4 el corazón me ardía en el pecho,
y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba,
¡hasta que al fin tuve que hablar!
5 Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis días
para que comprenda lo frágil que soy:
6 no me diste más que un palmo de vida,
y mi existencia es como nada ante ti.
Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo,
7 pasa lo mismo que una sombra;
s e inquieta por cosas fugaces
y atesora sin saber para quién.
8 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Mi esperanza está puesta sólo en ti:
9 líbrame de todas mis maldades,
y no me expongas a la burla de los necios.
10 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca,
porque eres tú quien hizo todo esto.
11 Aparta de mí tus golpes:
¡me consumo bajo el peso de tu mano!
12 Tú corriges a los hombres,
castigando sus culpas;
carcomes como la polilla sus tesoros:
un soplo, nada más, es todo hombre.
13 Escucha, Señor, mi oración;
presta oído a mi clamor;
no seas insensible a mi llanto,
porque soy un huésped en tu casa,
un peregrino, lo mismo que mis padres.
14 No me mires con enojo,
para que pueda alegrarme,


antes que me vaya y ya no exista más.

2° Lectura GÉNESIS 49 - 50


Capítulo 49

El testamento de Jacob
1 Jacob llamó a sus hijos y les habló en estos términos: «Reúnanse, para que yo les anuncie lo que les va a suceder en el futuro:
2 Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob, oigan a Israel, su padre.
3 ¡Tú, Rubén, mi primogénito, mi fuerza y el primer fruto de mi vigor, el primero en dignidad, y el primero en poder!
4 Desbordado como las aguas, ya no tendrás la primacía, porque subiste al lecho de tu padre, y, al subir, lo profanaste.
5 Simeón y Leví son hermanos, sus cuchillos son instrumentos de violencia.
6 Que yo no entre en sus reuniones, ni me una a su asamblea, porque en su ira mataron hombres y mutilaron toros por capricho.
7 Maldita sea su ira tan violenta y su furor tan feroz. Yo los repartiré en el país de Jacob y los dispersaré en Israel.
8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tomarás a tus enemigos por la nuca y los hijos de tu padre se postrarán ante ti.
9 Judá es un cachorro de león, –¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!– Se recuesta, se tiende como un león, como una leona: ¿quién lo hará levantar?
10 El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia.
11 El ata su asno a una vid, su asno de pura raza a la cepa más escogida; lava su ropa en el vino y su manto en la sangre de las uvas.
12 Sus ojos están oscurecidos por el vino, y sus dientes blanqueados por la leche.
13 Zabulón habitará en la ribera del mar, que servirá de puerto a las naves, y sus fronteras llegarán hasta Sidón.
14 Isacar en un asno vigoroso, recostado entre sus alforjas.
15 Al ver que el lugar de reposo es bueno y el país muy agradable, doblega sus espaldas a la carga y se somete a un trabajo servil
16 Dan juzgará a su pueblo como una de las tribus de Israel
17 El es una serpiente junto al camino, una víbora junto al sendero, que muerde los talones del caballo, y así el jinete cae de espaldas.
18 ¡Señor, yo espero tu salvación!
19 Bandas de salteadores asaltarán a Gad, pero él, a su vez, los asaltará por detrás.
20 Aser tendrá comidas deliciosas y ofrecerá manjares de reyes.
21 Neftalí es una cierva suelta, que da hermosos cervatillos.
22 José es un potro salvaje, un potro salvaje junto a una fuente, un asno salvaje sobre una ladera.
23 Los arqueros lo hostigaron le arrojaron flechas, lo acosaron.
24 Pero los arcos permanecieron rígidos y se aflojaron los brazos de los arqueros por el poder del Fuerte de Jacob, por el nombre del Pastor, la Roca de Israel;
25 por el Dios de tu padre, que te socorre, por el Dios Todopoderoso, que te da sus bendiciones: bendiciones desde lo alto del cielo, bendiciones del océano que se extiende por debajo, bendiciones de los pechos y del seno materno,
26 bendiciones de las espigas y las flores, bendiciones de las montañas seculares, delicias de las colinas eternas. ¡Que desciendan sobre la cabeza de José, sobre la frente del consagrado entre sus hermanos!
27 Benjamín es un lobo rapaz: por la mañana devora la presa, y a la tarde divide los despojos».
28 Todas estas eran las tribus de Israel –doce en total– y esto es lo que su padre dijo de ellas cuando las bendijo, dándole a cada una su bendición.
La muerte de Jacob
29 Luego les dio esta orden: «Yo estoy a punto de ir a reunirme con los míos. Entiérrenme junto con mis padres, en la caverna que está en el campo de Efrón, el hitita,
30 en el campo de Macpelá, frente a Mamré, en la tierra de Canaán, el campo que Abraham compró a Efrón, el hitita, para tenerlo como sepulcro familiar.
31 Allí fueron enterrados Isaac y Rebeca, su esposa; y allí también sepulté a Lía.
32 Ese campo y la caverna que hay en él fueron comprados a los hititas».
33 Cuando Jacob terminó de dar esta orden a sus hijos, recogió sus pies en el lecho, expiró y fue a reunirse con los suyos.

Capítulo 50

Los funerales de Jacob
1 Entonces José se echó sobre el rostro de su padre, lo cubrió de lágrimas y lo besó.
2 Después dio a los médicos que estaban a su servicio la orden de embalsamar a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel.
3 Esto les llevó cuarenta días, porque ese es el tiempo que dura el embalsamamiento. Los egipcios estuvieron de duelo por él durante setenta días.
4 Una vez transcurrido ese período, José se dirigió a la corte del Faraón en estos términos: «Por favor, presenten al Faraón el siguiente pedido:
5 En una oportunidad mi padre me dijo, obligándome bajo juramento: «Cuando yo muera, asegúrate de que me entierren en la tumba que me hice preparar en el país de Canaán. ¿Puedo ir a sepultar a mi padre y luego regresar?».
6 El Faraón respondió: «Ve a sepultar a tu padre, como él te lo hizo prometer bajo juramento».
7 José partió entonces para ir a sepultar a su padre, y con él fueron todos los servidores del Faraón, los ancianos de su palacio y todos los ancianos de Egipto,
8 lo mismo que la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. En la región de Gosen dejaron únicamente a los niños y el ganado.
9 También fueron con él carros de guerra y jinetes, de manera que se formó un cortejo imponente.
10 Al llegar a Goren Haatad, que está al otro lado del Jordán, celebraron las exequias con gran solemnidad, y José estuvo de duelo por su padre durante siete días.
11 Los cananeos, habitantes del país, al ver los funerales de Goren Haatad, dijeron: «Este es un funeral solemne de los egipcios». Por eso aquel lugar, que se encuentra al otro lado del Jordán, se llamó Abel Misraim.
12 Los hijos de Jacob hicieron con él todo lo que les había mandado:
13 lo trasladaron a Canaán y lo sepultaron en el campo de Macpelá, frente a Mamré, el campo que Abraham había comprado a Efrón, el hitita, para tenerlo como sepulcro familiar.
14 Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto en compañía de sus hermanos y de todos los que habían ido a dar sepultura a su padre.
El temor de los hermanos de José
15 Al ver que su padre había muerto, los hermanos de José se dijeron: «¿Y si José nos guarda rencor y nos devuelve todo el mal que le hicimos?».
16 Por eso le enviaron este mensaje: «Antes de morir, tu padre dejó esta orden:
17 «Díganle a José: Perdona el crimen y el pecado de tus hermanos, que te hicieron tanto mal. Por eso, perdona el crimen de los servidores del Dios de tu padre». Al oír estas palabras, José se puso a llorar.
La promesa de José a sus hermanos
18 Luego sus hermanos fueron personalmente, se postraron ante él y le dijeron: «Aquí nos tienes: somos tus esclavos».
19 Pero José les respondió: «No tengan miedo. ¿Acaso yo puedo hacer las veces de Dios?
20 El designio de Dios ha transformado en bien el mal que ustedes pensaron hacerme, a fin de cumplir lo que hoy se realiza: salvar la vida a un pueblo numeroso.
21 Por eso, no teman. Yo velaré por ustedes y por las personas que están a su cargo». Y los reconfortó, hablándoles afectuosamente.
La muerte de José
22 José permaneció en Egipto junto con la familia de su padre, y vivió ciento diez años.
23 Así pudo ver a los hijos de Efraím hasta la tercera generación; y los hijos de Maquir, hijo de Manasés, también nacieron sobre las rodillas de José.
24 Finalmente, José dijo a sus hermanos: «Yo estoy a punto de morir, pero Dios los visitará y los llevará de este país a la tierra que prometió con un juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob».
25 Luego hizo prestar un juramento a los hijos de Israel, diciéndoles: «Cuando Dios los visite, lleven de aquí mis restos».
26 José murió a la edad de ciento diez años. Fue embalsamado y colocado en un sarcófago, en Egipto.

1° Lectura HEBREOS 5 - 6:1-12

Capítulo 5
1 Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
2 El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana.
3 Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados.
4 Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón.
5 Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy".
6 Como también dice en otro lugar: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec".
7 El dirigió durante su vida terreno súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión.
8 Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer.
9 De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,
10 porque Dios lo proclamó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.
11 Sobre esto tendríamos que decir muchas cosas, pero es difícil explicárselas, porque ustedes son lentos para comprender.
12 Aunque ya es tiempo de que sean maestros, ustedes necesitan que se les enseñen nuevamente los rudimentos de la Palabra de Dios: han vuelto a tener necesidad de leche, en lugar de comida sólida.
13 Ahora bien, el que se alimenta de leche no puede entender la doctrina de la justicia, porque no es más que un niño.
14 El alimento sólido es propio de los adultos, de aquellos que por la práctica tienen la sensibilidad adiestrada para discernir entre el bien y el mal.


Capítulo 6
1 Por eso, dejando a un lado la enseñanza elemental sobre Cristo, vayamos a lo más perfecto, sin volver otra vez sobre las verdades fundamentales, como el arrepentimiento por las obras que llevan a la muerte y la fe en Dios.
2 la instrucción sobre los bautismos y la imposición de las manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.
3 Esto es lo que vamos a hacer, si Dios lo permite.
4 Porque a los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celestial, a los que participaron del Espíritu Santo
5 y saborearon la buena Palabra de Dios y las maravillas del mundo venidero,
6 y a pesar de todo recayeron, es imposible renovarlos otra vez elevándolos a la conversión, ya que ellos por su cuenta vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la burla de todos.
7 Cuando la tierra es regada por abundantes lluvias y produce una buena vegetación para los que la cultivan, recibe de Dios su parte de bendición.
8 Pero si no produce más que espinas y abrojos, no tiene ningún valor, su maldición está próxima y terminará por ser quemada.
9 Queridos hermanos, aunque nos hayamos expresado de este modo, estamos convencidos de que ustedes se encuentran en la condición mejor, la que conduce a la salvación.
10 Porque Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos.
11 Solamente deseamos que cada uno muestre siempre el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza.
12 Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.