Simón supo que Trifón había reunido un gran ejército para invadir y devastar a Judea.
2 Viendo que el pueblo era presa del pánico, subió a Jerusalén, reunió a sus habitantes
3 y los exhortó, diciéndoles: «Ustedes saben muy bien todo lo que yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos hecho por las leyes y el Santuario, y las guerras y tribulaciones que hemos soportado.
4 A causa de esto, todos mis hermanos han muerto por Israel y he quedado yo solo.
5 ¡Pero lejos de mí tratar de ponerme a salvo en los momentos de peligro, ya que no valgo más que mis hermanos!
6 Al contrario, vengaré a mi nación, al Santuario, a las mujeres y a los hijos de ustedes, porque todos los pueblos, por el odio que nos tienen, se han unido para exterminarnos».
7 Al oír estas palabras, se enardeció el espíritu del pueblo
8 y todos le respondieron a una sola voz: «Tú eres nuestro jefe, en; lugar de Judas y de tu hermano Jonatán:
9 dirige nuestra guerra, y nosotros haremos todo lo que nos mandes».
10 Luego reunió a todos los hombres aptos para la guerra, se apresuró a terminar los muros de Jerusalén y fortificó todo su contorno.
11 En seguida envió a Jonatán, hijo de Absalón, a Jope, con un buen número de hombres, y este expulsó a sus habitantes y se estableció en ella.
12 Trifón partió de Tolemaida al frente de un gran ejército para invadir el país de Judá, llevando prisionero consigo a Jonatán.
13 Entonces Simón acampó en Adidá, frente a la llanura.
14 Al enterarse Trifón de que Simón había sucedido en el mando a su hermano Jonatán y que estaba preparado para combatir con él, le envió mensajeros para decirle:
15 «Tenemos en nuestro poder a tu hermano Jonatán por las deudas contraídas con el tesoro real en el desempeño de su cargo.
16 Envíanos cien talentos de plata y a dos de sus hijos como rehenes, no sea que una vez puesto en libertad se vuelva contra nosotros. Sólo así lo soltaremos».
17 Simón, aunque se dio cuenta del engaño, mandó traer el dinero y a los niños, a fin de no provocar una fuerte oposición de parte del pueblo,
18 que de lo contrario hubiera dicho: «Por no haberle enviado el dinero y a los niños, ha muerto Jonatán».
19 Entonces envió a los niños, junto con los cien talentos, pero Trifón faltó a su palabra y no liberó a Jonatán.
20 Después de esto, se puso en marcha para invadir el país y devastarlo. Dio un rodeo por el camino de Adorá, mientras Simón y su ejército le seguían los pasos por todas las partes donde iba.
21 Al mismo tiempo, los de la Ciudadela enviaban mensajeros a Trifón, instándolo a que viniera por el desierto y les hiciera llegar víveres.
22 Trifón dispuso toda su caballería para ir, pero aquella noche cayó tanta nieve que no pudo avanzar. Por eso partió y se fue a Galaad.
23 En las cercanías de Bascamá, hizo matar a Jonatán, que fue enterrado allí mismo.
24 Luego Trifón dio la vuelta y volvió a su país.
25 Simón mandó recoger los restos de su hermano Jonatán y les dio sepultura en Modín, la ciudad de sus padres.
26 Todo Israel hizo un gran duelo por él y lo lloraron durante muchos días.
27 Simón construyó sobre el sepulcro de su padre y de sus hermanos un mausoleo bien alto, de manera que pudiera verse, cubriéndolo por detrás y por delante con piedras pulidas.
28 Levantó siete pirámides, una frente a otra, dedicadas a su padre;, a su madre y a sus cuatro hermanos.
29 Las adornó, rodeándolas de grande columnas y sobre estas colocó escudos con armas, en recuerdo eterno. Junto a las armas, hizo esculpir unas naves, para que las vieran los que navegan por el mar.
30 Este es el mausoleo que construyó en Modín y que existe hasta el día de hoy.
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domingo, 18 de mayo de 2014
4° Lectura. 1° Macabeos 13:1-30
3° Lectura. Salmos 47
Capítulo 47
2 Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen a Dios con gritos de alegría;
3 porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.
4 El puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
5 él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto.
6 Dios asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
7 Canten, canten a nuestro Dios,
canten, canten a nuestro Rey:
8 Dios es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
9 Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
10 Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
de Dios son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.
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2° Lectura. Rut 1-2
Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos.
2 El hombre se llamaba Elimélec, su esposa Noemí, y sus dos hijos, Majlón y Quilión: eran efrateos, de Belén de Judá. Una vez llegados a los campos de Moab, se establecieron allí.
3 Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos.
4 Estos se casaron con mujeres moabitas –una se llamaba Orpá y la otra Rut– y así vivieron unos diez años.
5 Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo.
6 Entonces se decidió a volver junto con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento.
7 Así abandonó, en compañía de sus nueras, el país donde había vivido. Mientras regresaban al país de Judá,
8 Noemí dijo a sus nueras: «Váyanse, vuelva cada una a la casa de su madre. ¡Que el Señor tenga misericordia de ustedes, como ustedes la tuvieron con mis hijos muertos y conmigo!
9 Que el Señor les dé un lugar para vivir tranquilas, en compañía de un nuevo esposo». Y las besó. Pero ellas prorrumpieron en sollozos
10 y le respondieron: «No, volveremos contigo a tu pueblo».
11 Noemí insistió: «Regresen, hijas mías. ¿Por qué quieren venir conmigo? ¿Acaso tengo aún hijos en mi seno para que puedan ser sus esposos?
12 Vuélvanse, hijas mías, vayan. Yo soy demasiado vieja para casarme. Y aunque dijera que todavía no perdí las esperanzas, que esta misma noche voy a unirme con un hombre, y que tendré hijos,
13 ¿esperarían ustedes hasta que ellos se hagan grandes? ¿Dejarían por eso de casarse? No, hijas mías; mi suerte es más amarga que la de ustedes, porque la mano del Señor se ha desatado contra mí».
14 Ellas volvieron a prorrumpir en sollozos, pero al fin Orpá despidió a su suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado.
15 Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella».
16 Pero Rut le respondió: «No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
17 Moriré donde tú mueras y allí seré enterrada. Que el Señor me castigue más de lo debido, si logra separarme de ti algo que no sea la muerte».
18 Al ver que Rut se obstinaba en ir con ella, Noemí dejó de insistir.
19 Entonces caminaron las dos juntas hasta llegar a Belén. Su llegada conmocionó a toda la ciudad, y las mujeres exclamaban: «¡Pero si esta es Noemí!».
20 Ella, en cambio, respondía: «No me llamen más Noemí; díganme Mará, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura.
21 Partí llena de bienes y el Señor me hace volver sin nada. ¿Por qué me siguen llamando Noemí, si el Señor da testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha hecho desdichada?».
22 Así regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.
Capítulo 2 |
1° Lectura. Hechos 25
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