viernes, 28 de febrero de 2014

3° Lectura Proverbios 18


1 El que vive aislado sigue sus caprichos y se irrita contra todo sano consejo.
2 El insensato no desea comprender, sino revelar sus propias opiniones.
3 Junto con la maldad, llega la ignominia, y con la pérdida del honor, el desprecio.
4 Aguas profundas son las palabras de un hombre, torrente desbordante es la fuente de la sabiduría.
5 No está bien rehabilitar al malvado, perjudicando al justo en el juicio.
6 Los labios del insensato promueven litigios y su boca incita a golpear.
7 La boca del insensato es su ruina y sus labios, una trampa para su vida.
8 Las palabras del detractor son como golosinas que bajan hasta el fondo de las entrañas.
9 El que se deja estar en su trabajo es hermano del que destruye.
10 El nombre del Señor es una torre fortificada: el justo corre hacia ella y se pone a salvo.
11 La fortuna del rico es su plaza fuerte, se la imagina como un muro inexpugnable.
12 Antes de la ruina el hombre se ensoberbece, pero la humildad precede a la gloria.
13 El que responde antes de escuchar muestra su necedad y se atrae el oprobio.
14 El espíritu de un hombre lo sostiene en su enfermedad, pero ¿quién levantará a un espíritu abatido?
15 Un corazón inteligente adquiere conocimiento, y el oído de los sabios busca la ciencia.
16 Un reglo abre paso al que lo da y lo introduce en la presencia de los grandes.
17 El primero en defender su causa tiene razón, hasta que llega la parte adversa y lo impugna.
18 Las suertes ponen fin a los litigios y deciden entre los poderosos.
19 Un hermano ofendido es más irreductible que una plaza fuerte, y los litigios son como cerrojo de ciudadela.
20 El hombre sacia su estómago con el fruto de sus palabras: cada uno se sacia con lo que sale de sus labios.
21 La muerte y la vida dependen de la lengua, y los que son indulgentes con ella comerán de su fruto.
22 El que encontró una mujer encontró la felicidad y obtuvo el favor del Señor.
23 El pobre habla suplicando, pero el rico responde duramente.
24 Hay compañeros que llevan a la ruina y hay amigos más apegados que un hermano.

2° Lectura Éxodo 39-40


Capítulo 39
La vestidura del Sumo Sacerdote
1 También hicieron las vestiduras litúrgicas para el culto del Santuario y las vestiduras sagradas de Aarón, como el Señor lo había ordenado a Moisés. Para ello emplearon púrpura y violeta y escarlata, carmesí y lino fino.
El efod
2 El efod lo hicieron de oro, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado.
3 Prepararon láminas de oro trabajado a martillo, que luego cortaron en forma de hebras, para entretejerlas artísticamente con la púrpura violeta y escarlata, con el carmesí y con el lino fino reforzado.
4 Después aplicaron al efod dos hombreras, y este quedó unido por sus dos extremos.
5 El cinturón para ajustarlo formaba una sola pieza con él y estaba hecho de la misma manera: era de oro, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino reforzado, como el Señor lo había ordenado a Moisés.
6 También trabajaron las piedras de lapislázuli, que fueron engarzadas en oro y grabadas con los nombres de los hijos de Israel, como se graban los sellos.
7 Finalmente colocaron las piedras en las hombreras del efod, para que fueran un memorial en favor de los israelitas, delante del Señor, como él se lo había ordenado a Moisés.
El pectoral
8 También hicieron el pectoral, trabajado artísticamente y confeccionado de la misma manera que el efod. Lo hicieron de oro, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado.
9 El pectoral era cuadrado y de doble paño, de un palmo de largo y otro de ancho.
10 Lo guarnecieron de piedras preciosas dispuestas en cuatro hileras: en la primera había un jaspe rojo, un topacio y una esmeralda;
11 en la segunda, un rubí, un zafiro y un diamante;
12 en la tercera, un ágata, una cornalina y una amatista;
13 y en la cuarta, un crisólito, un lapislázuli y un jaspe verde. Todas ellas estaban engarzadas en oro.
14 Las piedras eran doce en total, como los nombres de los hijos de Israel, y cada una llevaba grabado el nombre de una de las doce tribus, como se graban los sellos.
15 También hicieron para el pectoral unas cadenas de oro puro trenzadas a manera de cordones,
16 dos engastes de oro y dos argollas de oro, y ajustaron las dos argollas a sus dos extremos.
17 Sujetaron las dos puntas de las cadenas de oro en las dos argollas que estaban en los extremos superiores del pectoral,
18 y unieron las otras dos puntas a los engastes que habían colocado sobre las hombreras del efod, por la parte de adelante.
19 Hicieron, asimismo, otras dos argollas de oro y las ajustaron a los dos extremos inferiores del pectoral, sobre el borde interior, el que da hacia el efod.
20 También forjaron otras dos argollas de oro y las adhirieron a las dos hombreras del efod, por la parte de adelante y bien hacia abajo, o sea, cerca de la costura y encima del cinturón.
21 Así sujetaron el pectoral, haciendo pasar entre sus argollas y las argollas del efod un cordón de púrpura violeta, de manera que el pectoral quedaba fijo sobre el cinturón y no podía desprenderse del efod. Esto es lo que el Señor había ordenado a Moisés.
El manto
22 Además, hicieron el manto del efod, todo tejido de púrpura violeta.
23 En el centro tenía una abertura, semejante al cuello de una cota de guerrero y reforzada con un dobladillo, para que no se rasgara.
24 Su ruedo estaba adornado con unas granadas de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado.
25 También hicieron unas campanillas de oro puro y las colocaron sobre el ruedo del manto, intercalándolas con las granadas.
26 Las campanillas y las granadas estaban dispuestas alternadamente, una al lado de la otra, a lo largo de todo el ruedo. El manto se empleaba para ejercer las funciones sacerdotales, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
Las vestiduras de los sacerdotes
27 Después hicieron las túnicas de lino fino para Aarón y sus hijos;
28 hicieron el turbante de lino fino, los adornos de las mitras de lino fino, y los pantalones de lino fino reforzado;
29 También tejieron las fajas recamadas de lino fino reforzado; de púrpura violeta y escarlata y de carmesí, conforme a la orden que el Señor había dado a Moisés.
La flor para el turbante del Sumo Sacerdote
30 Finalmente, forjaron la flor de oro puro –signo de consagración– y grabaron en ella, como se graban los sellos, la siguiente inscripción: «Consagrado al Señor».
31 Luego le pusieron un cordón de púrpura violeta, para poder sujetarla a la parte superior del turbante, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
La conclusión y la entrega de la obra realizada
32 Así fue concluida la construcción de la Morada, o sea, la Carpa del Encuentro. En la ejecución del trabajo, los israelitas obraron exactamente conforme a todo lo que el Señor había mandado a Moisés.
33 Entonces presentaron a Moisés la Morada, la Carpa y todo su mobiliario: los ganchos, los bastidores, los travesaños, las columnas con sus bases;
34 la cobertura de cueros de carnero teñidos de rojo, la cobertura de pieles finas y el velo protector;
35 el Arca del Testimonio con sus andas y la tapa;
36 la mesa con sus utensilios y el pan de la ofrenda;
37 el candelabro de oro puro con sus lámparas –las lámparas que debían colocarse en él–, todos sus accesorios y el aceite para iluminarlas;
38 el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la Carpa;
39 el altar de bronce con su enrejado también de bronce, sus andas y todos sus accesorios; la fuente con su base;
40 los cortinados del atrio, las columnas con sus bases, el cortinado para la entrada del atrio, sus varillas, sus estacas, y todos sus utensilios para el culto de la Morada, o sea, la Carpa del Encuentro;
41 las vestiduras litúrgicas para oficiar en el Santuario, a saber, las vestiduras sagradas para el sacerdote Aarón y las que usarán sus hijos para las funciones sacerdotales.
42 Los israelitas realizaron todo el trabajo de acuerdo con las instrucciones que el Señor había dado a Moisés.


43 Cuando Moisés vio que habían hecho toda la obra, ajustándose exactamente a lo que el Señor había ordenado, los bendijo.

Capítulo 40
La erección y consagración de la Morada
1 El Señor habló a Moisés en estos términos:
2 El día primero del primer mes erigirás la Morada, la Carpa del Encuentro.
3 Allí pondrás el Arca del Testimonio y la protegerás con el velo.
4 Luego llevarás la mesa y dispondrás sobre ella lo que sea necesario. También llevarás el candelabro y le colocarás las lámparas.
5 Delante del Arca del Testimonio pondrás el altar de oro para el incienso, y a la entrada de la Morada colgarás la cortina.
6 Después pondrás el altar de los holocaustos delante de la entrada de la Morada;
7 y entre la Carpa del Encuentro y el altar, colocarás la fuente llena de agua.
8 Levantarás el atrio alrededor, y a su entrada colgarás el cortinado correspondiente.
9 Luego tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y todo lo que ella contiene. Así la consagrarás con todo su mobiliario y será una cosa sagrada.
10 Ungirás asimismo el altar de los holocaustos con todos sus utensilios. Así consagrarás el altar, y este será una cosa santísima.
11 También ungirás la fuente y su base, para que quedan consagradas.
12 Después harás que Aarón y sus hijos se acerquen a la entrada de la Carpa del Encuentro y los lavarás con agua.
13 Luego revestirás a Aarón con las vestiduras sagradas, lo ungirás y lo consagrarás para que sea mi sacerdote.
14 Posteriormente, harás que también se acerquen sus hijos. Los vestirás con túnicas
15 y los ungirás como ungiste a su padres, a fin de que ejerzan mi sacerdocio. Esto se hará a fin de que la unción les confiera el sacerdocio para siempre, a lo largo de las generaciones.
La ejecución de la orden divina
16 Moisés realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado.
17 En el segundo año, el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada.
18 Para ello, Moisés asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas.
19 Después extendió la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado.
20 En seguida tomó las tablas del Testimonio y los puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa.
21 Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había dado.
22 También puso la mesa en la Carpa del Encuentro, sobre el lado norte de la Morada, delante del cortinado,
23 y dispuso convenientemente sobre ella los panes de la ofrenda, delante del Señor, como el mismo Señor se lo había mandado.
24 Luego puso el candelabro frente a la mesa, en el lado sur de la Morada,
25 y le colocó las lámparas delante del Señor, como el Señor se lo había ordenado.
26 Puso asimismo el altar de oro delante del cortinado,
27 y quemó en él incienso aromático, como el Señor lo había ordenado a Moisés
28 A la entrada de la Morada colgó la cortina,
29 y delante de la entrada de la Carpa del Encuentro puso el altar de los holocaustos, sobre el cual ofreció el holocausto y la oblación, conforme a la orden del Señor.
30 Entre la Carpa del Encuentro y el altar ubicó la fuente y le echó agua para las abluciones.
31 Moisés, Aarón y sus hijos se lavaron en ella las manos y los pies,
32 y siempre que entraban en la Carpa del Encuentro y se acercaban al altar, se lavaban, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
33 Finalmente, levantó el atrio alrededor de la Morada y del altar, y colgó el cortinado a la entrada del atrio. De esta manera Moisés dio por terminado el trabajo.
El ingreso de la gloria del Señor
34 Entonces la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada.
35 Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.
La nube, guía de los israelitas
36 En todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento.
37 Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo.
38 Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas del camino.

1° Lectura Mateo 8:1-22


1 Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud.
2 Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: «Señor, si quieres, puedes purificarme».
3 Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante quedó purificado de su lepra.
4 Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarse al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio».
5 Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole»
6 «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente».
7 Jesús le dijo: «Yo mismo iré a curarlo».
8 Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
9 Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: «Ve», él va, y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «Tienes que hacer esto», él lo hace».
10 Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
11 Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;
12 en cambio, los herederos del reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar los dientes».
13 Y Jesús dijo al centurión: «Ve, y que suceda como has creído». Y el sirviente se curó en ese mismo momento.
14 Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre.
15 Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.
16 Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,
17 para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: "El tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades".
18 Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla.
19 Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas».
20 Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
21 Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre».
22 Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».