lunes, 12 de mayo de 2014

4° Lectura. 1° Macabeos 11:52-74

Así el rey Demetrio se afianzó en su trono real, y el país quedó pacificado bajo su mando. 53 Pero luego faltó a sus promesas y se distanció de Jonatán, no correspondiendo a los servicios que le había prestado y ocasionándole grandes sufrimientos. 54 Después de un tiempo, regresó Trifón, acompañado de Antíoco, que todavía era muy joven, y este ocupó el trono, ciñéndose la corona. 55 Todas las tropas dadas de baja por Demetrio se pusieron de su parte y lucharon contra Demetrio, lo derrotaron y lo obligaron a huir. 56 Trifón se apoderó de los elefantes y ocupó Antioquía. 57 Entonces el joven Antíoco escribió a Jonatán, en estos términos: «Te confirmo en el sumo sacerdocio, te pongo al frente de los cuatro distritos y quiero que te cuentes entre los Amigos del rey». 58 Al mismo tiempo, le envió una vajilla de oro y un juego completo de mesa, autorizándolo a beber en copas de oro, a vestirse de púrpura y a llevar un prendedor de oro. 59 A su hermano Simón lo designó comandante desde la Escalera de Tiro hasta la frontera de Egipto. 60 Jonatán salió a hacer un recorrido por la región y las ciudades de este lado del Eufrates, donde se le incorporaron todas las tropas sirias como aliados de guerra. Cuando llegó a Ascalón, sus habitantes salieron a recibirlo con muchos honores. 61 De allí pasó a Gaza, pero los habitantes le cerraron las puertas. Entonces sitió la ciudad y saqueó e incendió sus alrededores. 62 Los habitantes de Gaza fueron a pedirle clemencia y Jonatán hizo las paces con ellos, pero tomó como rehenes a los hijos de los jefes y los envió a Jerusalén. Luego atravesó el país en dirección a Damasco. 63 Jonatán se enteró de que los generales de Demetrio se encontraban cerca de Quedes de Galilea con un ejército numeroso, para hacerlo desistir de su proyecto. 64 Entonces dejó en el país a su hermano Simón y salió al encuentro de ellos. 65 Simón acampó frente a Betsur, la atacó durante muchos días y la sitió. 66 Sus habitantes le hicieron una propuesta de paz y él aceptó, pero los obligó a evacuar la ciudad, y se apoderó de ella, poniendo allí una guarnición. 67 Jonatán y su ejército acamparon junto al algo de Genesaret y, muy de madrugada, llegaron a la llanura de Asor. 68 El ejército extranjero les salió al encuentro en la llanura, dejando algunos hombres emboscados en las montañas. Mientras el ejército avanzaba de frente, 69 los que estaban emboscados salieron de sus puestos y entraron en combate. 70 Los hombres de Jonatán huyeron y no quedó ni uno solo, a excepción de Matatías, hijo de Absalón, y de Judas, hijo de Calfí, generales del ejército, 71 Jonatán rasgó sus vestiduras, se cubrió de polvo la cabeza y oró. 72 Luego reanudó el combate, derrotó al enemigo y lo puso en fuga. 73 Al ver esto, los hombres de Jonatán que huían se unieron de nuevo a él, persiguieron juntos al enemigo hasta su campamento en Quedes, y acamparon allí. 74 Aquel día cayeron unos tres mil hombres del ejército extranjero. Después Jonatán regresó a Jerusalén.

3° Lectura. Job 42

Capítulo 42
Job respondió al Señor, diciendo: 2 Yo sé que tú lo puedes todo y que ningún proyecto es irrealizable para ti. 3 Sí, yo hablaba sin entender, de maravillas que me sobrepasan y que ignoro. 4 «Escucha, déjame hablar; yo te interrogaré y tú me instruirás». 5 Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos. 6 Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza. 7 Después de haber dirigido estas palabras a Job, el Señor dijo a Elifaz de Temán: «Mi ira se ha encendido contra ti y contra tus dos amigos, porque no han dicho la verdad acerca de mí, como mi servidor Job». 8 Ahora consíganse siete toros y siete carneros, y vayan a ver a mi servidor Job. Ofrecerán un holocausto por ustedes mismos, y mi servidor Job intercederá por ustedes. Y yo, en atención a él, no les infligiré ningún castigo humillante, por no haber dicho la verdad acerca de mí, como mi servidor Job. 9 Entonces Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamá fueron a hacer lo que les había dicho el Señor, y el Señor tuvo consideración con Job. 10 Después, el Señor cambió la suerte de Job, porque él había intercedido en favor de sus amigos, y duplicó todo lo que Job tenía. 11 Todos sus hermanos y sus hermanas, lo mismo que sus antiguos conocidos, fueron a verlo y celebraron con él un banquete en su casa. Se compadecieron y lo consolaron por toda la desgracia que la había enviado el Señor. Y cada uno de ellos le regló una moneda de plata y un anillo de oro. 12 El Señor bendijo los últimos años de Job mucho más que los primeros. El llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 Tuvo además siete hijos y tres hijas. 14 A la primera la llamó «Paloma», a la segunda «Canela», y a la tercera «Sombra para los párpados». 15 En todo el país no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job. Y su padre les dio una parte de herencia entre sus hermanos. 16 Después de esto, Job vivió todavía ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. 17 Job murió muy anciano y colmado de días.

2° Lectura. Jueces 14-15

Capítulo 14
El matrimonio de Sansón
Sansón bajó a Timná, y allí le llamo la atención una mujer filistea. 2 Entonces fue a decir a su padre y a su madre: «He visto en Timná a una mujer filistea; tráiganmela para que sea mi esposa». 3 Su padre y su madre le replicaron: «¿No hay ninguna mujer entre las hijas de tus hermanos y en todo tu pueblo, para que vayas a buscarte una mujer entre esos filisteos incircuncisos?». Pero Sansón dijo a su padres: «Tráemela, porque esa es la que a mí me gusta». 4 Su padre y su madre no sabían que esto procedía del Señor. El Señor, en efecto, buscaba un pretexto contra los filisteos, porque en ese tiempo los filisteos dominaban a Israel. 5 Sansón bajó a Timná, y al llegar a las viñas de Timná, un cachorro de león le salió al paso rugiendo. 6 El espíritu del Señor se apoderó de él, y Sansón, sin tener nada en la mano, despedazó al león como se despedaza un cabrito. Pero él no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. 7 Luego bajó, conversó con la mujer y ella le gustó. 8 Al cabo de un tiempo, Sansón volvió para casarse con ella. Se desvió del camino para ver el cadáver del león, y vio que en su cuerpo había un enjambre de abejas y un panal de miel. 9 Lo recogió con su mano, y fue comiendo miel mientras caminaba. Cuando llegó adonde estaban su padre y su madre, les ofreció miel, y ellos comieron; pero no les dijo que la había sacado del cadáver del león. 10 Luego Sansón bajó para encontrarse con su mujer, y allí ofreció un banquete de siete días, como suelen hacerlo los jóvenes. 11 Al verlo, los filisteos designaron treinta muchachos para que estuvieran con él. La adivinanza propuesta por Sansón 12 Entonces Sansón les dijo: «Les voy a proponer una adivinanza. Si me dan la solución correcta dentro de los siete días que dura el banquete, yo les daré treinta prendas de lino y treinta trajes de fiesta. 13 En caso contrario, ustedes me los darán a mí». Ellos le respondieron: «Dinos tu adivinanza, porque te estamos oyendo». 14 Entonces él les dijo: «Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura». Y al cabo de tres días, aún no habían resuelto la adivinanza. La solución de la adivinanza 15 Al cuarto día, dijeron a la mujer de Sansón: «Seduce a tu marido para que nos resuelva la adivinanza. De lo contrario, te quemaremos a ti y a toda tu familia. ¿O es que nos han invitado para quitarnos lo que es nuestro?». 16 La mujer se puso a llorar en brazos y Sansón, y le dijo: «Tú no sientes ningún cariño por mí. Has propuesto una adivinanza a mis compatriotas, y no has querido darme la solución». «No se la di ni a mi padre ni a mi madre, le respondió él, ¿y te la voy a dar a ti?». 17 Pero ella le estuvo encima llorando los siete días que duró la fiesta, y él, ante tanta insistencia, al séptimo día le dio la solución. Ella se la comunicó a sus compatriotas 18 El séptimo día, antes que Sansón entrara en la habitación matrimonial, la gente del pueblo le dijo?: «¿Qué hay más dulce que la miel y más fuerte que el león? Y él les respondió: «Si no hubieran arado con mi ternera, no habrían resuelto mi adivinanza». 19 Luego el espíritu del Señor se apoderó de Sansón; él bajó a Ascalón y allí mató a treinta hombres. Después de recoger sus despojos, entregó la ropa a los que habían acertado la adivinanza, y regresó furioso a la casa de su padre. 20 Uno de los compañeros que habían estado con él se quedó con su esposa.

Capítulo 15
Las represalias de Sansón

Después de un tiempo, mientras se cosechaba el trigo, Sansón fue a visitar a su mujer, llevando un cabrito, y dijo: «Quiero estar a solas con mi mujer en la habitación». Pero el padre de ella no lo dejó entrar, 2 diciendo: «Pensé que ya no la querías y se la di a tu compañero. Quédate en cambio con su hermana menor, que es más hermosa». 3 Sansón le replicó: «Esta vez seré inocente del daño que voy a causar a los filisteos». 4 Sansón se fue y cazó trescientos chacales; luego tomó unas antorchas, ató a los animales por la cola, de dos en dos, y les colgó una antorcha entre las colas. 5 Prendió fuego a las antorchas y soltó a los chacales por los sembrados de los filisteos. Así les quemó las gavillas, el trigo todavía en pie, y hasta los viñedos y olivares. 6 «¿Quién ha hecho esto?», preguntaron entonces los filisteos. «Fue Sansón, el yerno del ticita, les respondieron; lo hizo porque su suegro le quitó a su mujer y se la dio a su compañero». Entonces los filisteos subieron y quemaron a aquella mujer y su familia. 7 Sansón les dijo: «Ya que me hacen esto, no voy a parar hasta vengarme de ustedes». 8 Y los golpeó a más no poder, dejándolos maltrechos. Después bajó a la cueva de la roca de Etam y se quedó allí. Sansón entregado a los filisteos 9 Los filisteos subieron a acampar en Judá e hicieron una incursión por Lejí. 10 Los hombres de Judá le preguntaron: «¿Por qué han subido contra nosotros?». Ellos les respondieron: «Subimos para llevar atado a Sansón y hacer con él lo que él hizo con nosotros». 11 Entonces tres mil hombres de Judá bajaron hasta la cueva de la roca de Etam y dijeron a Sansón: «¿No sabes que los filisteos nos tienen dominados? ¿Qué nos has hecho?». El les respondió: «Yo los traté como ellos me trataron a mí». 12 Ellos replicaron: «Bajamos para entregarte atado en manos de los filisteos». Sansón les dijo: «Júrenme que no son ustedes los que me van a matar». 13 «No, no te mataremos, le respondieron; sólo queremos llevarte atado y entregarte a los filisteos». Entonces lo ataron con dos cuerdas nuevas y lo sacaron de entre las rocas. Victoria de Sansón con la quijada de un asno 14 Cuando estaban por llegar a Lejí, los filisteos le salieron al encuentro dando gritos de triunfo. Entonces el espíritu del Señor se apoderó de él: las cuerdas que sujetaban sus brazos fueron como hilos de lino quemados por el fuego y las ataduras se deshicieron entre sus manos. 15 Allí mismo encontró una quijada de asno, todavía fresca, extendió su mano, la tomó y mató con ella a mil hombres. 16 Entonces Sansón exclamó: «Con la quijada de un asno hice dos pilas de cadáveres; con la quijada de un asno dejé tendidos a mil hombres». 17 Cuando terminó de hablar, Sansón arrojó la quijada del asno. Por eso, aquel lugar se llamó Ramat Lejí, que significa «Altura de la Quijada». 18 Luego sintió mucha sed e invocó al Señor, diciendo: «Tú has concedido esta gran victoria por intermedio de tu servidor, y ahora ¿voy a morir de sed y a caer en manos de los incircuncisos?» 19 Entonces Dios partió el hueco de la roca que hay en Lejí y brotó el agua. Sansón bebió, se sintió reanimado y revivió. Por eso la fuente, que todavía hoy está en Lejí, recibió el nombre de En Hacoré, que significa «Fuente del que invoca». 20 Sansón juzgó a Israel, en tiempos de los filisteos, por espacio de veinte años.

1° Lectura. Hechos 20:17-38

Desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso. 18 Cuando estos llegaron, Pablo les dijo: «Ya saben cómo me he comportado siempre con ustedes desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia. 19 He servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, en medio de las pruebas a que fui sometido por las insidias de los judíos. 20 Ustedes saben que no he omitido nada que pudiera serles útil; les prediqué y les enseñé tanto en público como en privado, 21 instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús. 22 Y ahora, como encadenado por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me sucederá allí. 23 Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas cadenas y tribulaciones me esperan. 24 Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios. 25 Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme. 26 Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes. 27 Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios. 28 Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre. 29 Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño. 30 Y aun de entre ustedes mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con doctrinas perniciosas. 31 Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes. 32 Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados. 33 En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie. 34 Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis compañeros. 35 De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: «La felicidad está más en dar que en recibir». 36 Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos. 37 Todos se pusieron a llorar, abrazaron a Pablo y lo besaron afectuosamente, 38 apenados sobre todo porque les había dicho que ya no volverían a verlo. Después lo acompañaron hasta el barco.