viernes, 16 de mayo de 2014

4° Lectura. 1°Macabeos 12:24-53

Jonatán tuvo noticias de que los generales de Demetrio habían regresado con un ejército más numeroso que el anterior, para combatir contra él. 25 Partió entonces de Jerusalén y fue a enfrentarlos en la región de Jamat, sin dejarles tiempo a que invadieran sus dominios. 26 Envió espías al campamento enemigo y estos, al regresar, le anunciaron que los sirios se estaban preparando para atacarlos durante la noche. 27 Al ponerse el sol, Jonatán ordenó a sus hombres que velaran toda la noche con las armas en la mano, listos para entrar en combate, y estableció puestos de avanzada alrededor del campamento. 28 Cuando los enemigos supieron que Jonatán y sus hombres estaban preparados para el combate, sintieron un gran temor y encendieron fogatas en su campamento. 29 Pero Jonatán y los suyos, como veían arder las hogueras, no se dieron cuenta de su partida hasta el amanecer. 30 Jonatán los persiguió, pero no pudo alcanzarlos, porque ya había pasado el río Eléutero. 31 Entonces Jonatán se volvió contra los árabes llamados sabadeos, los derrotó y se apoderó del botín. 32 Luego reanudó la marcha hacia Damasco y recorrió toda la región. 33 Simón, por su parte, hizo una expedición hasta Ascalón y las fortalezas vecinas. Se volvió luego hacia Jope y la tomó, 34 porque se había enterado de que sus habitantes querían entregar la plaza fuerte a los hombres de Demetrio. Por eso dejó en ella una guarnición para defenderla. 35 A su regreso, Jonatán reunió en asamblea a los ancianos del pueblo y decidió con ellos construir fortalezas en Judea. 36 También resolvió elevar las murallas de Jerusalén y levantar un gran muro entre la Ciudadela y el resto de la ciudad, a fin de separarlas, de manera que la Ciudadela quedara aislada y sus habitantes no pudieran comprar ni vender. 37 Se reunieron entonces para reconstruir la ciudad, porque se había caído la parte de la muralla que da al torrente oriental, y también se restauró la parte llamada Cafenatá. 38 Simón, por su lado, reconstruyó Adidá en la Sefelá, la fortificó y la aseguró con puertas y cerrojos. 39 Mientras tanto, Trifón aspiraba a reinar sobre Asia y a ceñirse la corona, eliminando al rey Antíoco. 40 Temiendo que Jonatán se lo impidiera y le hiciera la guerra, buscaba la manera de detenerlo para deshacerse de él. Entonces se puso en marcha y llegó a Betsán. 41 Jonatán salió a su encuentro con cuarenta mil hombres elegidos para la guerra y también llegó a Betsán. 42 Trifón, al ver que se presentaba con un ejército tan numeroso, no se atrevió a enfrentarlo. 43 Lo recibió con grandes honores, lo recomendó a todos sus Amigos, le hizo regalos y ordenó a sus Amigos y a sus tropas que lo obedecieran como a él mismo. 44 Luego dijo a Jonatán: «¿Por qué has fatigado a toda esta gente sino hay guerra entre nosotros? 45 Mándalos ahora mismo a sus casas, quédate con una pequeña escolta y ven conmigo a Tolemaida. Yo te la entregaré con las otras plazas fuertes, el resto de las tropas y todos los funcionarios. Enseguida emprenderé el regreso, porque para eso he venido». 46 Jonatán confió en él e hizo lo que Trifón le había dicho: licenció las tropas, que se retiraron al país de Judea, 47 y no se reservó más que tres mil soldados, dejando a dos mil en Galilea y haciéndose acompañar por los otros mil. 48 Pero apenas entró Jonatán en Tolemaida, sus habitantes cerraron las puertas, lo apresaron y pasaron al filo de la espada a todos los que habían entrado con él. 49 Luego Trifón envió tropas y caballería a Galilea y a la Gran Llanura para acabar con todos los partidarios de Jonatán. 50 Pero estos, al darse cuenta que Jonatán había sido apresado y que había perecido con todos sus acompañantes, se animaron uno a otros y avanzaron en filas bien compactas, resueltos a luchar. 51 Sus perseguidores, viendo que estaban resueltos a jugarse la vida, emprendieron la retirada. 52 Así pudieron regresar sanos y salvos al país de Judá, donde lloraron a Jonatán y a sus compañeros, en medio de un gran temor. Hubo un gran duelo en Israel, 53 y todos los pueblos vecinos trataban de exterminarlos, porque decían: «Ya no tienen jefe ni nadie que los ayude. Ataquémoslos ahora mismo, y borremos su recuerdo de entre los hombres».

3° Lectura. Salmo 45

Capítulo 45
D
el maestro de coro. Según la melodía de «Los lirios». De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.
2 Me brota del corazón un hermoso poema,
yo dedico mis versos al rey:
mi lengua es como la pluma de un hábil escribiente.
3 Tú eres hermoso, el más hermoso de los hombres;
la gracia se derramó sobre tus labios,
porque Dios te ha bendecido para siempre.
4 Cíñete, guerrero, la espada a la cintura;
5 con gloria y majestad, avanza triunfalmente;
cabalga en defensa de la verdad y de los pobres.
Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas;
6 tus flechas con punzantes, se te rinden los pueblos
y caen desfallecidos los rivales del rey.
7 Tu trono, como el de Dios, permanece para siempre;
el cetro de tu realeza es un cetro justiciero:
8 tú amas la justicia y odias la iniquidad.
Por eso el Señor, tu Dios, prefiriéndote a tus iguales,
te consagró con el óleo de la alegría:
9 tus vestiduras exhalan perfume de mirra, áloe y acacia.
Las arpas te alegran desde los palacios de marfil;
10 una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir.
11 ¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
12 y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él;
13 la ciudad de Tiro vendrá con regalos
y los grandes del pueblo buscarán tu favor.
14 Embellecida con corales engarzados en oro
15 y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,
16 con gozo y alegría entran al palacio real.
17 Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás como príncipes por toda la tierra.
18 Yo haré célebre tu nombre por todas las generaciones;
por eso, los pueblos te alabarán eternamente.

2° Lectura Jueces 20

Capítulo 20
La venganza de los israelitas
Entonces todos los israelitas salieron como un solo hombre, desde Dan hasta Berseba y hasta la región de Galaad, y la comunidad se reunió delante del Señor, en Mispá. 2 Los dignatarios de todo el pueblo y todas las tribus acudieron a la asamblea del pueblo de Dios: eran cuatrocientos mil hombres de a pie, armados de espada. 3 Los benjaminitas, por su parte, oyeron que los israelitas habían subido a Mispá. Los israelitas dijeron: «Cuéntennos cómo ha sucedido el crimen». 4 Entonces el levita, el marido de la mujer asesinada, tomó la palabra y dijo: «Yo y mi concubina llegamos a Guibeá de Benjamín para pasar la noche, 5 y los vecinos de Guibeá se levantaron contra mí: durante la noche rodearon la casa, intentaron matarme y abusaron de mi concubina hasta hacerla morir. 6 Yo tomé a mi concubina, la corté en pedazos y envié esos pedazos a todo el territorio de la herencia de Israel, porque se había cometido una depravación y una infamia en Israel. 7 Ahora les toca a ustedes, israelitas, tomar aquí mismo una determinación». 8 Todo el pueblo se levantó como un solo hombre y exclamó: «Ninguno de nosotros irá a su campamento; nadie volverá a su casa. 9 Y con Guibeá haremos lo siguiente: sortearemos a los que subirán a atacarla; 10 de entre todas las tribus de Israel, tomaremos a diez hombres de cada cien, a cien de cada mil, y a mil de cada diez mil. Ellos recogerán víveres para la tropa, es decir, para los que irán a dar su merecido a Guibeá de Benjamín por la infamia que ha cometido en Israel». 11 Así, todos los hombres de Israel quedaron unidos como un solo hombre contra aquella ciudad. El empecinamiento de los benjaminitas 12 Las tribus de Israel enviaron emisarios a toda la tribu de Benjamín para decirle: «¿Qué explicación dan al crimen que se ha cometido entre ustedes? 13 Entreguen a esos hombres pervertidos de Guibeá, para que los matemos y hagamos desaparecer el mal de Israel. Pero los benjaminitas no quisieron escuchar la demanda de sus hermanos israelitas. Los preparativos para el combate 14 Los benjaminitas de todas las ciudades se reunieron en Guibeá para salir a combatir contra los israelitas. 15 Aquel mismo día se hizo el recuento de los benjaminitas provenientes de las diversas ciudades, y resultaron en total veinticinco mil hombres armados de espada, sin contar a los habitantes de Guibeá. 16 De toda esa tropa, setecientos hombres eran guerreros adiestrados, ambidextros, y capaces de arrojar la piedra de su honda contra un cabello, sin errar el tiro. 17 La gente de Israel también hizo un recuento: descontando a Benjamín, eran cuatrocientos mil hombres armados de espada, todos guerreros. 18 En seguida subieron a Betel y consultaron a Dios para preguntarle: «¿Quién de nosotros será el primero en subir a luchar contra los benjaminitas?». Y el Señor respondió: «Judá será el primero». Victoria inicial de los benjaminitas 19 Los israelitas avanzaron de madrugada para acampar frente a Guibeá 20 y salir a luchar contra Benjamín. Los hombres de Israel se dispusieron en orden de batalla frente a la ciudad, 21 pero los benjaminitas salieron de Guibeá y dejaron tendidos por tierra aquel día a veintidós mil hombres de Israel. 22 Entonces los israelitas subieron a lamentarse delante del Señor hasta la tarde. Luego consultaron al Señor, diciendo: «¿Tenemos que entablar un nuevo combate con los hijos de nuestro hermano Benjamín?». Y el Señor respondió: «Suban a atacarlo». 23 De esta manera, la tropa israelita recobró el valor y volvió a disponer sus filas para el combate en el mismo lugar que el primer día. 24 Los israelitas se acercaron por segunda vez a los benjaminitas, 25 pero también aquel segundo día Benjamín les salió al encuentro desde Guibeá, y dejó tendidos por tierra a dieciocho mil israelitas, todos ellos armados de espada. 26 Entonces los israelitas subieron a Betel con todo el pueblo y allí se lamentaron, sentados delante del Señor: ayunaron todo el día hasta la tarde y ofrecieron al Señor holocaustos y sacrificios de comunión. 27 Después consultaron al Señor, porque en aquel tiempo el Arca de la Alianza de Dios se encontraba allí, 28 y Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, estaba al servicio de ella. «¿Tenemos que salir otra vez a luchar contra los hijos de nuestro hermano Benjamín, o debemos desistir?», preguntaron al Señor. Y el Señor respondió: «Suban, porque mañana los entregaré en manos de ustedes». La derrota de Benjamín 29 Israel tendió una emboscada alrededor de Guibeá. 30 Al tercer día, los israelitas avanzaron contra Benjamín, y dispusieron sus filas contra Guibeá, como las otras veces. 31 los benjaminitas les salieron al encuentro, dejándose arrastrar lejos de la ciudad, y comenzaron como las otras veces a matar gente por los senderos que suben, uno a Betel y el otro a Gabaón. Así mataron a unos treinta hombres de Israel, sobre el campo raso. 32 Entonces los benjaminitas pensaron: «Ya los tenemos derrotados como la primera vez». Pero los israelitas habían dicho: «Vamos a simular que huimos, para atraerlos hasta los caminos, lejos de la ciudad». 33 Todos los hombres de Israel se levantaron de sus puestos y tomaron posiciones en Baal Tamar. Los israelitas que estaban emboscados, atacaron desde sus posiciones al oeste de Gueba. 34 Diez mil guerreros adiestrados de todo Israel llegaron frente a Guibeá. El combate se hizo muy encarnizado, sin que los benjaminitas advirtieran el desastre que se les venía encima. 35 El Señor hizo que Benjamín cayera derrotado delante de Israel, y aquel día los israelitas mataron a veinticinco mil cien hombres de Benjamín, todos ellos armados de espada 36b Los hombres de Israel habían cedido terreno a Benjamín, porque contaban con el apoyo de los que estaban emboscados contra Guibeá. 37 Estos, por su parte, se desplegaron rápidamente y atacaron a Guibeá, pasando a todos sus habitantes al filo de la espada. 38 La gente de Israel se había puesto de acuerdo con los que estaban emboscados, para que estos levantaran una humareda desde la ciudad, 39 y entonces ellos presentarían batalla. Cuando Benjamín comenzó a matar a algunos israelitas, unos treinta hombres en total, pensó: «Ya los tenemos completamente derrotados, como en el primer combate». 40 Pero la columna de humo empezó a levantarse desde la ciudad, y Benjamín, al mirar atrás, vio que la ciudad entera subía en llamas hacia el cielo. 41 Entonces los hombres de Israel presentaron batalla, y los benjaminitas temblaron al ver el desastre que se les venía encima. 42 Los benjaminitas retrocedieron ante los hombres de Israel en dirección al desierto, pero se vieron acosados por los combatientes, y los que venían de la ciudad atacaron tomándolos entre dos frentes. 43 Así encerraron a Benjamín, lo persiguieron sin darle tregua y siguieron derrotándolo hasta llegar a Gueba por el oriente. 44 Cayeron dieciocho mil guerreros de Benjamín. 36a Los benjaminitas vieron que habían sido derrotados, 45 y los sobrevivientes volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Roca de Rimón. Los israelitas capturaron por los caminos a cinco mil hombres y, mientras perseguían a Benjamín hasta Gueba, mataron a otros dos mil. 46 Aquel día cayeron en total veinticinco mil benjaminitas, todos ellos guerreros armados de espada. 47 Seiscientos hombres, en cambio, pudieron escapar al desierto, hasta la Roca de Rimón, y allí estuvieron durante cuatro meses. 48 Los israelitas se volvieron contra los benjaminitas y pasaron al filo de la espada a los varones de las ciudades, al ganado y a todo lo que encontraron, y también incendiaron a su paso a todas las ciudades.

1° Lectura. Hechos 23:23-35 - 24:1-9

Después llamó a dos centuriones y les dijo: «Preparen doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que salgan en dirección a Cesarea a las nueve de la noche. 24 Preparen también caballos para Pablo, y llévenlo sano y salvo hasta el gobernador Félix». 25 Y escribió una carta que decía: 26 «Claudio Lisias saluda al excelentísimo gobernador Félix. 27 Aquí te envío a un hombre que fue detenido por los judíos, y cuando ya lo iban a matar, enterándome de que era ciudadano romano, intervine con mis soldados y pude rescatarlo. 28 Queriendo saber exactamente de qué lo acusaban, lo hice comparecer delante del Tribunal judío, 29 pero comprobé que se lo acusaba por cuestiones relativas a la Ley de los judíos, y que no había ningún cargo por el que mereciera la muerte o la prisión. 30 Informado de que se tramaba una conspiración contra este hombre, he querido enviarlo allí en seguida, ordenando también a sus acusadores que te expongan los cargos que tengan contra él. Adiós». 31 De acuerdo con la orden recibida, los soldados tomaron a Pablo y lo condujeron de noche a Antipátride. 32 Al día siguiente, dejaron que los jinetes partieran con él, y ellos se volvieron a la fortaleza. 33 Llegados a Cesarea, los jinetes entregaron la carta al gobernador y le presentaron a Pablo. 34 El gobernador leyó la carta y preguntó de qué provincia era. Al saber que era de Cilicia, 35 dijo: «Te oiré cuando lleguen tus acusadores». Y lo hizo poner bajo custodia en el pretorio de Herodes.

Cinco días después, el Sumo Sacerdote Ananías bajó con algunos ancianos y un abogado llamado Tértulo, para presentar delante del gobernador la acusación que tenían contra Pablo. 2 Hicieron comparecer a Pablo, y Tértulo presentó la acusación en estos términos: «Excelentísimo Félix: La profunda paz de que gozamos gracias a ti y las reformas que nuestra nación debe a tu gobierno, 3 constituyen para nosotros, siempre y en todas partes, un motivo de inmensa gratitud. 4 Como no queremos importunarte demasiado, te ruego que nos escuches un momento con tu habitual cordialidad. 5 Hemos comprobado que este hombre es una verdadera peste: él suscita disturbios entre todos los judíos del mundo y es uno de los dirigentes de la secta de los nazarenos. 6 Ha intentado incluso profanar el Templo, y por eso, nosotros lo detuvimos. Queríamos juzgarlo de acuerdo con nuestra Ley, 7 pero intervino el tribuno Lisias, que lo arrancó violentamente de nuestras manos 8 y ordenó a sus acusadores que comparecieran delante de ti. Si lo interrogas, tú mismo reconocerás que nuestros cargos contra él son bien fundados». 9 Los judíos ratificaron esto, asegurando que era verdad.