domingo, 1 de junio de 2014

4° Lectura. 2° Macabeos 1

Capítulo 1
Los hermanos judíos de Jerusalén y los del territorio de Judea saludan a los hermanos judíos de Egipto, deseándoles paz y felicidad. 2 Que Dios los colme de bienes y se acuerde de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob, sus fieles servidores. 3 Que les dé a todos ustedes un corazón dispuesto a adorarlo y a cumplir su voluntad con magnanimidad y generosidad. 4 Que él les abra el corazón a su Ley y a sus preceptos, y les conceda la paz. 5 Que él escuche sus plegarias y se reconcilie con ustedes, y no los abandone en la adversidad. 6 Esto es lo que ahora suplicamos por ustedes. 7 Ya en el año setenta y nueve del reinado de Demetrio, nosotros, los judíos, les escribimos: «En medio de la tribulación y de la crisis que soportamos durante estos años, desde que Jasón y sus partidarios traicionaron la Tierra santa y el reino, 8 incendiaron la puerta del Templo y derramaron sangre inocente, nosotros suplicamos al Señor y fuimos escuchados. Ofrecimos un sacrificio con la mejor harina, encendimos las lámparas y presentamos los panes». 9 Ahora también les escribimos, para que celebren la fiesta de las Chozas en el mes de Quisleu. 10 En el año ciento ochenta y ocho. Los habitantes de Jerusalén y los de Judea, el Consejo de los ancianos y Judas, saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, preceptor de rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes consagrados, y a los judíos que están en Egipto. 11 Salvados por Dios de grandes peligros, le damos fervientes gracias por habernos defendido contra el rey. 12 Porque fue Dios quien expulsó a los que combatían contra la Ciudad santa. 13 Su jefe, en efecto, al llegar a Persia con un ejército aparentemente invencible, fue descuartizado en el templo de Nanea, gracias a un ardid de los sacerdotes de la diosa. 14 Con el pretexto de desposarse con la diosa, Antíoco se presentó allí con sus Amigos, a fin de recibir inmensas riquezas a título de dote. 15 Los sacerdotes del templo de Nanea habían expuesto esas riquezas con motivo de la visita que Antíoco debía hacer al recinto sagrado, acompañado de unas pocas personas. Pero apenas entró Antíoco, cerraron el templo, 16 abrieron la puerta secreta del techo y aplastaron con piedras al rey y a los otros. Luego los descuartizaron, les cortaron la cabeza y las arrojaron a los que estaban afuera. 17 ¡Sea siempre bendito nuestro Dios, que entregó a la muerte a los impíos! 18 Estando a punto de celebrar –el día veinticinco de Quisleu– la purificación del Templo, nos ha parecido conveniente informarles para que también ustedes celebren la fiesta de las Chozas y la del Fuego, el fuego que apareció cuando Nehemías, después de haber reconstruido el Templo y el altar, ofreció sacrificios. 19 Porque, cuando nuestros padres fueron deportados a Persia, los sacerdotes piadosos de entonces, tomando secretamente el fuego del altar, lo ocultaron en el fondo de un pozo seco, donde quedó tan bien resguardado que el lugar fue ignorado por todos. 20 Al cabo de muchos años, cuando Dios así lo dispuso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a los descendientes de aquellos sacerdotes que habían ocultado el fuego que fueran a buscarlo. 21 Ellos le comunicaron que no habían encontrado fuego, sino un líquido espeso, y él les mandó que lo sacaran y lo trajeran. Cuando el sacrificio estuvo dispuesto, Nehemías ordenó a los sacerdotes que rociaran con ese líquido la leña y todo lo que había sobre ella. 22 Una vez cumplida esta orden, y pasado algún tiempo, el sol, oculto antes detrás de las nubes, volvió a brillar y se encendió una hoguera tan grande que todos quedaron maravillados. 23 Mientras se consumía el sacrificio, los sacerdotes recitaban una plegaria: Jonatán entonaba, y los demás respondían junto con Nehemías. 24 La oración era la siguiente: «Señor, Señor Dios, creador de todas las cosas, temible y poderoso, justo y misericordioso, el único Rey, el único bueno, 25 el único generoso, justo, omnipotente y eterno; tú que salvas a Israel de todo mal, tú que elegiste a nuestros padres y los santificaste: 26 acepta este sacrificio por todo tu pueblo Israel, conserva a tu herencia y santifícala. 27 Reúne a aquellos de nosotros que están dispersos, concede la libertad a los que están esclavizados entre las naciones, mira con bondad a los desheredados y despreciados, para que los paganos reconozcan que tú eres nuestro Dios. 28 Castiga a los que nos oprimen y nos ultrajan con arrogancia. 29 Planta a tu pueblo en tu lugar santo, conforme a lo que dijo Moisés». 30 Los sacerdotes entonaban himnos, 31 y cuando el sacrificio quedó consumido, Nehemías mandó derramar el resto del líquido sobre unas grandes piedras. 32 Entonces se encendió una llamarada, que fue absorbida por el resplandor que brillaba en el altar. 33 Cuando se divulgó lo sucedido y se comunicó al rey de los persas que en el sitio donde los sacerdotes deportados habían escondido el fuego, había aparecido un líquido con el que los sacerdotes de Nehemías hicieron arder las víctimas del sacrificio, 34 el rey, después de cerciorarse del asunto, dio orden de cercar el lugar, declarándolo sagrado. 35 El rey sacó de allí grandes ganancias y las repartía a los que quería favorecer. 36 Nehemías y sus compañeros llamaron a ese líquido «neftar», que significa «purificación», pero la mayoría lo llamaba «nafta».

3° Lectura.SALMO 61

Capítulo 61
D
el maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. De David.
2 ¡Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi plegaria!
3 Yo te invoco desde los confines de la tierra,
mientras mi corazón desfallece.
Condúceme a una roca inaccesible,
4 porque tú eres para mí un refugio
y una fortaleza frente al enemigo.
5 ¡Que yo sea siempre un huésped en tu Carpa
y pueda refugiarme al amparo de tus alas!
6 Porque tú, Dios mío, tienes en cuenta mis votos
 y me das la herencia de los que temen tu Nombre.
7 Añade días a los días del rey:
que duren sus años por muchas generaciones;
8 que reine para siempre en la presencia de Dios,
que la Gracia y la Fidelidad lo protejan.
9 Así cantaré a tu Nombre eternamente
y días tras día cumpliré mis votos.

2° Lectura. 1° Samuel 16

Capítulo 16
La unción de David
E
l Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado para que no reine más sobre Israel? ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey». 2 Samuel respondió» «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me matará». Pero el Señor replicó: «Llevarás contigo una ternera y dirás: "Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor". 3 Invitarás a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que debes hacer: tú me ungirás al que yo te diga». 4 Samuel hizo lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a su encuentro muy atemorizados, y le dijeron: «¿Vienes en son de paz, vidente?». 5 Sí, respondió él; vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio». Luego purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. 6 Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Seguro que el Señor tiene ante él a su ungido». 7 Pero el Señor dijo a Samuel: «No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón». 8 Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: «Tampoco a este ha elegido el Señor». 9 Luego hizo pasar a Sammá; pero Samuel dijo: «Tampoco a este ha elegido el Señor». 10 Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: «El Señor no ha elegido a ninguno de estos». 11 Entonces Samuel preguntó a Jesé: «¿Están aquí todos los muchachos?». El respondió: «Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño». Samuel dijo a Jesé: «Manda a buscarlos, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue aquí». 12 Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es este». 13 Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá. David al servicio de Saúl 14 El Espíritu del Señor se había retirado de Saúl, y lo atormentaba un mal espíritu, enviado por el Señor. 15 Sus servidores le dijeron: «Un mal espíritu de Dios no deja de atormentarte. 16 Basta que nuestro señor lo diga, y los servidores que te asisten buscarán un hombre que sepa tocar la cítara. Así, cuando te asalte el mas espíritu de Dios, él tocará la cítara, y tú te sentirás aliviado». 17 Saúl respondió a sus servidores: «Sí, búsquenme un hombre que toque bien y tráiganlo». 18 Entonces intervino uno de sus servidores, diciendo: «Justamente he visto a un hijo de Jesé, el de Belén, que sabe tocar. Además, es valiente y hábil guerrero; habla muy bien, tiene buena presencia y el Señor está con él». 19 Entonces Saúl envió unos mensajeros a Jesé para decirle: «Envíame a tu hijo David, que está con el rebaño». 20 Jesé tomó un asno, pan, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl con su hijo David. 21 David se presentó a Saúl y se puso a su servicio. Saúl le tomó un gran afecto y lo hizo su escudero. 22 Luego mandó decir a Jesé: «Que David se quede a mi servicio porque me ha caído bien». 23 Y cuando un espíritu de Dios asaltaba a Saúl, David tomaba la cítara y tocaba. Saúl se calmaba y se sentía aliviado, y el mal espíritu se retiraba de él.

1° Lectura. Romanos 7

Capítulo 7
¿Acaso ustedes ignoran, hermanos –hablo a gente que entiende de leyes– que el hombre está sujeto a la ley únicamente mientras vive? 2 Así, una mujer casada permanece ligada por la ley a su esposo mientras él viva; pero al morir el esposo, queda desligada de la ley que la unía a él. 3 Por lo tanto, será tenida por adúltera si en vida de su marido se une a otro hombre. En cambio, si su esposo muere, quedará desligada de la ley, y no será considerada adúltera si se casa con otro hombre. 4 De igual manera, hermanos, por la unión con el cuerpo de Cristo, ustedes han muerto a la Ley, para pertenecer a otro, a aquel que resucitó a fin de que podamos dar frutos para Dios. 5 Porque mientras vivíamos según la naturaleza carnal, las malas pasiones, estimuladas por la Ley, obraban en nuestros miembros para hacernos producir frutos de muerte. 6 Pero ahora, muertos a todo aquello que nos tenía esclavizados, hemos sido liberados de la Ley, de manera que podamos servir a Dios con un espíritu nuevo y no según una letra envejecida. 7 ¿Diremos entonces que la Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no hubiera conocido el pecado si no fuera por la Ley. En efecto, hubiera ignorado la codicia, si la Ley no dijera: "No codiciarás". 8 Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, provocó en mí toda suerte de codicia, porque sin la Ley, el pecado es cosa muerta. 9 Hubo un tiempo en que yo vivía sin Ley, pero al llegar el precepto, tomó vida el pecado, 10 y yo, en cambio, morí. Así resultó que el mandamiento que debía darme al vida, me llevó a la muerte. 11 Porque el pecado, aprovechando la oportunidad que le daba el precepto, me sedujo y, por medio del precepto, me causó la muerte. 12 De manera que la Ley es santa, como es santo, justo y bueno el precepto. 13 ¿Pero es posible que lo bueno me cause la muerte? ¡De ningún modo! Lo que pasa es que el pecado, a fin de mostrarse como tal, se valió de algo bueno para causarme la muerte, y así el pecado, por medio del precepto, llega a la plenitud de su malicia. 14 Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy carnal, y estoy vendido como esclavo al pecado. 15 Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco. 16 Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. 17 Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, 18 porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. 19 Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. 21 De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta el mal. 22 Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la Ley de Dios, 23 pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? 25 ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! En una palabra, con mi corazón sirvo a la Ley de Dios, pero con mi carne sirvo a la ley del pecado.

Lecturas Junio 2014


ROMANOS

1° SAMUEL
SALMOS
2° MACABEOS
1
7
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16
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61
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1
¨
2
8
¨
17
¨
62
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3
9:1-29
¨
18
¨
63
¨
2
¨
4
9:30-33 – 10
¨
19
¨
64
¨


5
11:1-24
¨
20
¨
65
¨
3:1-21
¨
6
11:25-36
¨
21 – 22
¨
66
¨


7
12
¨
23 – 24
¨
67
¨
3:22-40
¨
8
13
¨
25
¨
68
¨


9
14
¨
26
¨
69
¨
4:1-22
¨
10
15:1-13
¨
27 – 28
¨
70
¨


11
15:14-33
¨
29 – 31
¨
71
¨
4:23-50
¨

ROMANOS

2° SAMUEL
SALMOS
2° MACABEOS
12
16
¨
1
¨
72
¨



MARCOS

2° SAMUEL
DANIEL
2° MACABEOS
13
1:1-20
¨
2
¨
1
¨
5:1-10
¨
14
1:21-45
¨
3
¨
2:1-23
¨


15
2
¨
4 – 5 
¨
2:24-49
¨
5:11-27
¨
16
3:1-19
¨
6
¨
3
¨


17
3:20-35
¨
7 – 8
¨
4
¨
6:1-17
¨
18
4:1-20
¨
9 – 10
¨
5
¨


19
4:21-41
¨
11 – 12
¨
6
¨
6:18-31
¨
20
5:1-20
¨
13
¨
7
¨


21
5:21-43
¨
14
¨
8
¨
7:1-17
¨
22
6:1-29
¨
15
¨
9
¨


23
6:30-56
¨
16
¨
10
¨
7:18-41
¨
24
7:1-13
¨
17
¨
11:1-20
¨


25
7:14-37
¨
18
¨
11:21-45
¨
8:1-11
¨
26
8:1-21
¨
19
¨
12
¨



MARCOS

2° SAMUEL
OSEAS
2° MACABEOS
27
8:22-38
¨
20 – 21
¨
1
¨
8:12-36
¨
28
9
¨
22
¨
2
¨


29
10:1-31
¨
23
¨
3
¨
9
¨
30
10:32-52
¨
24
¨
4
¨