viernes, 4 de julio de 2014

3° Lectura. Oseas 7

Capítulo 7
Cuando yo quería sanar a Israel, se reveló la culpa de Efraím, las maldades de Samaría. Sí, ellos obran de mala fe; el ladrón penetra en la casa, mientras una banda despoja afuera. 2 Y no se detienen a pensar que yo me acuerdo de toda su maldad. Ahora los rodean sus malas acciones y ellas están delante de mi rostro. 3 Con su perfidia, ellos entretienen al rey, y con sus mentiras, a los príncipes. 4 ¡Son todos adúlteros! Se parecen a un horno encendido, que el panadero deja de avivar desde que se amasa la pasta hasta que ha fermentado. 5 En la fiesta de nuestro rey, los príncipes se enervan bajo los ardores del vino; él tiende la mano a esos burlones. 6 Porque ellos se acercaron encubiertamente, aunque su corazón es como un horno. Toda la noche se adormece su furor, y a la mañana se enciende como una llama de fuego. 7 Todos ellos se inflaman como un horno y devoran a sus jefes. ¡Así han caído sus reyes uno tras otro, pero nadie entre ellos clama hacia mí! 8 Efraím se mezcla con los pueblos, es un pastel cocido a medias. 9 Los extranjeros han devorado su vigor, y él no lo sabe. También le han salido canas, y él no lo sabe. 10 La arrogancia de Israel atestigua contra él, pero ellos no vuelven al Señor, su Dios; a pesar de todo esto, no lo buscan. 11 Efraím es como una paloma ingenua, falta de discernimiento: apelan a Egipto, se van hacia Asiria. 12 Pero allí donde vayan, yo tenderé sobre ellos mi red; los haré caer como pájaros del cielo, los atraparé apenas se oiga que están reunidos. 13 ¡Ay de ellos, porque han huido lejos de mí! ¡Sobre ellos la devastación, porque se han rebelado contra mí! ¡Sí, yo quiero rescatarlos, pero ellos dicen mentiras contra mí! 14 No gritaron hacia mí de corazón, cuando se lamentaban en sus lechos. Por trigo y vino nuevo se hacen incisiones y se han obstinado contra mí. 15 Yo mismo los dirigí, fortalecí sus brazos, pero ellos traman el mal contra mí. 16 Se vuelven, pero no hacia lo alto, son como un arco fallido. Sus jefes caerán bajo la espada, por la insolencia de su lenguaje: esto hará que se rían de ellos en Egipto.

2° Lectura. 1° Reyes 4 - 5

Capítulo 4
Los principales funcionarios de Salomón
El rey Salomón reinó sobre todo Israel. 2 Y estos eran sus ministros: Azarías, hijo de Sadoc, sacerdote; 3 Elijoref y Ajías, hijos de Sisá, secretarios; Josafat, hijo de Ajilud, archivista; 4 Benaías, hijo de Iehoiadá, jefe del ejército; Sadoc y Abiatar, sacerdotes; 5 Azarías, hijo de Natán, jefe de los prefectos; Zabud, hijo de Natán, familiar del rey; 6 Ajisar, mayordomo de palacio; Adoniram, hijo de Abdá, encargado de las prestaciones de servicio. Los prefectos de Salomón 7 Salomón tenía doce prefectos distribuidos por todo Israel. Ellos abastecían al rey y a su casa, un mes por año cada uno. 8 Sus nombres eran estos: el hijo de Jur, en la montaña de Efraím; 9 el hijo de Déquer, en Macás, Saalbím, Bet Semes y Elón, hasta Bet Janán; 10 el hijo de Jésed, en Arubot; él tenía a su cargo Soco y toda la región de Jéfer; 11 el hijo de Abinadab, en todas las alturas de Dor; Tafat, hija de Salomón, era su esposa; 12 Baaná, hijo de Ajilud, en Taanac y Meguido, y en todo Bet Seán, que está al lado de Sartán por debajo de Izreel, desde Bet Seán hasta Abel Mejolá, más allá de Iocmeam; 13 el hijo de Guéber, en Ramot de Galaad; él tenía a su cargo los campamentos de Iaír, hijo de Manasés, que están en Galaad, y también el distrito de Argob, que está en Basán: sesenta grandes ciudades, amuralladas y con cerrojos de bronce; 14 Ajinadab, hijo de Idó, en Majanaim; 15 Ajimaás, en Neftalí; también este se había casado con una hija de Salomón, llamada Basmat; 16 Baaná, hijo de Jusai, en Aser y en Bealot; 17 Josafat, hijo de Paruá, en Isacar; 18 Simei, hijo de Elá, en Benjamín; 19 Guéber, hijo de Urí, en la región de Galaad, el país de Sijón, rey de los amorreos, y de Og, rey de Basán. El tenía además un prefecto en el país de Judá. La magnificencia de Salomón 20 Judá e Israel eran tan numerosos como la arena que está a la orilla del mar; todos comían, bebían y vivían felices.

Capítulo 5

Salomón dominaba sobre todos los reinos, desde el Río hasta el país de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. Ellos pagaban un tributo y estuvieron sometidos a Salomón durante toda su vida. 2 Los víveres que Salomón recibía cada día eran estos: treinta barriles de harina de la mejor calidad y sesenta de harina común; 3 diez bueyes cebados, veinte bueyes de pastoreo y cien reses de ganado menor, sin contar los ciervos, las gacelas, los antílopes y las aves de corral. 4 El dominaba sobre toda la región comprendida entre el Eufrates y el Mar, desde Tifsá hasta Gaza, sobre todos los reyes que estaban más acá del Eufrates, y gozó de paz en todas sus fronteras. 5 Judá e Israel vivieron seguros, cada uno bajo su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta Berseba, durante todos los días de Salomón. 6 Salomón tenía cuatro mil establos para los caballos de sus carros, y doce mil caballos de montar. 7 Los prefectos, cada uno en el mes que le correspondía, abastecían al rey Salomón y a todos aquellos que eran recibidos en su mesa, sin dejar faltar nada. 8 En cuanto a la cebada y al forraje para los caballos y los animales de tiro, lo llevaban al lugar donde se encontraba el rey, cada uno según la consigna recibida. La sabiduría y el renombre de Salomón 9 Dios concedió a Salomón una sabiduría y una inteligencia extremadamente grandes, y tanta amplitud de espíritu cuanta arena hay en las playas del mar. 10 La sabiduría de Salomón superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto. 11 El fue el más sabio de los hombres, más sabio que Etán, el ezrajita, más que Hernán, Calcol y Dardá, los hijos de Majol. Su renombre se extendía por todas las naciones vecinas. 12 Pronunció tres mil máximas, y sus poemas fueron mil cinco. 13 Trató acerca de las plantas, tanto del cedro del Líbano como del hisopo que crece en los muros; también trató acerca de los cuadrúpedos, de los pájaros, de los reptiles y de los peces. 14 De todos los pueblos, y de parte de todos los reyes de la tierra que habían oído hablar de la sabiduría del rey Salomón, acudía gente para escuchar su sabiduría. La alianza con el rey de Tiro para la construcción del Templo 2 Cro 2.2-15 15 Jiram, rey de Tiro, envió una embajada a Salomón, porque se enteró de que lo habían ungido rey en lugar de su padre David, y él había sido siempre amigo de David. 16 Entonces Salomón mandó a decir a Jiram: 17 «Tú sabes bien que mi padre David no pudo construir una Casa para el Nombre del Señor, su Dios, a causa de las guerras en que se vio envuelto, hasta que el Señor puso a todos sus enemigos bajo la planta de sus pies. 18 Pero ahora el Señor, mi Dios, me ha dado la paz en todas mis fronteras: ya no hay adversarios ni contratiempos. 19 Por eso he pensado edificar una Casa para el Nombre del Señor, mi Dios, conforme a lo que dijo el Señor a mi padre David: «Tu hijo, el que yo pondré sobre tu trono en lugar de ti, será el que construirá la Casa para mi Nombre:. 20 Ahora, ordena que corten para mí cedros en el Líbano; mis servidores trabajarán con los tuyos, y yo te entregaré como salario de tus servidores todo lo que tú digas. Porque sabes bien que no hay nadie que sea cortar árboles como los sidonios». 21 Cuando Jiram oyó las palabras de Salomón, sintió una gran alegría y exclamó: «¡Bendito sea hoy el Señor, que ha dado a David un hijo sabio, para que esté al frente de ese pueblo tan numeroso!». 22 Luego Jiram mandó decir a Salomón: «He recibido tu mensaje. En lo que a mí respecta, haré todo lo que deseas, enviando madera de cedro y de ciprés. 23 Mis servidores bajarán los troncos desde el Líbano hasta el Mar, y yo haré con ellos balsas para transportarlos por mar hasta el lugar que tú me indiques; allí haré desatar los troncos, y tú los recogerás. Tú, por tu parte, cumplirás mi deseo proveyendo de víveres a mi casa». 24 Jiram entregaba a Salomón toda la madera de cedro y de ciprés que él quería, 25 y Salomón le dio a Jiram veinte mil barriles de trigo para la manutención de su casa, más veinte mil cántaros de aceite puro de oliva. Esto era lo que Salomón entregaba a Jiram anualmente. 26 El Señor dio sabiduría a Salomón, tal como se lo había prometido. Jiram y Salomón vivieron en perfecta armonía, y entre los dos concluyeron un pacto. El reclutamiento de los trabajadores 2 Cro 2.1.16-17 27 El rey Salomón hizo un reclutamiento de obreros en todo Israel: los reclutados fueron treinta mil. 28 Luego los envió al Líbano por turnos, dos mil por mes. Así estaban un mes en el Líbano y dos meses en su casa. Adoniram era el encargado del reclutamiento. 29 Salomón tenía además setenta mil hombres que transportaban las cargas, y ochenta mil canteros en la montaña, 30 aparte de los capataces puestos por Salomón para supervisar los trabajos: eran tres mil trescientos hombres, que dirigían a los que ejecutaban los trabajos. 31 El rey mandó extraer grandes bloques de piedras, bien seleccionadas, para poner con piedras talladas los cimientos de la Casa. 32 Los obreros de Salomón, junto con los de Jiram y los venidos de Guebal, tallaron y prepararon las maderas y las piedras para edificar la Casa.

1° Lectura. Marcos 12:28-44

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?». 29 Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; 30 y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. 31 El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos». 32 El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, 33 y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios». 34 Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. 35 Jesús se puso a enseñar en el Templo y preguntaba: «¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? 36 El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 Si el mismo David lo llama Señor, ¿Cómo puede ser hijo suyo? La multitud escuchaba a Jesús con agrado. 38 Y él les enseñaba: «Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas 39 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; 40 que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad». 41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. 42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. 43 Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, 44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir».