lunes, 14 de julio de 2014

3° Lectura. Joel 2:12-32

Pero aún ahora –oráculo del Señor– vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos.13 Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de tus amenazas. 14 ¡Quién sabe si él no se volverá atrás y se arrepentirá, y dejará detrás de sí una bendición: la ofrenda y la libación para el Señor, su Dios! 15 ¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne, 16 reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial! 17 Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: «¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?». 18 El Señor se llenó de celos por su tierra y se compadeció de su pueblo. 19 El Señor respondió y dijo a su pueblo: «Ahora, yo les envío el trigo, el vino nuevo y el aceite, y ustedes se saciarán con esto. Nunca más los entregaré al oprobio entre las naciones. 20 Al que viene del Norte lo alejaré de ustedes, lo arrojaré a una tierra árida y desolada: su vanguardia, hacia el mar oriental, su retaguardia, hacia el mar occidental; y subirá su hedor, subirá su pestilencia». –¡Porque él ha hecho grandes cosas!–. 21 ¡No temas, tierra, alégrate y regocíjate, porque el Señor ha hecho grandes cosas! 22 ¡No teman, animales del campo! Los pastizales de la estepa han reverdecido, los árboles producen sus frutos, la higuera y la viña dan sus riquezas. 23 ¡Alégrense, habitantes de Sión, regocíjense en el Señor, su Dios! Porque él les ha dado la lluvia de otoño en su justa medida, e hizo caer sobre ustedes, como en otros tiempos, el aguacero de otoño y de primavera. 24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares desbordarán de vino nuevo y aceite fresco. 25 Yo los resarciré por los años en que lo devoraron todo la langosta y el pulgón, el roedor y la oruga, mi gran ejército que envié contra ustedes. 26 Comerán abundantemente hasta saciarse, y alabarán el nombre del Señor, su Dios, que ha hecho maravillas con ustedes. ¡Mi pueblo jamás quedará confundido! 27 Así ustedes sabrán que yo estoy en medio de Israel, que yo soy el Señor, su Dios, y no hay otro. ¡Mi pueblo jamás quedará confundido!

2° Lectura. 1° Reyes 15

Capítulo 15
El reinado de Abiam en Judá (915-913)
2 Cro 13.1-2.22-23
El año decimoctavo del reinado de Jeroboam, hijo de Nebat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá. 2 El reinó tres años en Jerusalén. Su madre se llamaba Maacá, y era hija de Abisalom. 3 El imitó todos los pecados que su padre había cometido antes que él, y su corazón no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David. 4 Sin embargo, por consideración a David, el Señor, su Dios, le concedió una lámpara en Jerusalén, asegurándole una descendencia y manteniendo en pie a Jerusalén. 5 Porque David había hecho lo que es recto a los ojos del Señor, sin apartarse jamás de lo que él le había mandado, salvo en el caso de Urías, el hitita 6i. 7 El resto de los hechos de Abiam y todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá? Entre Abiam y Jeroboam hubo guerra. 8 Abiam se fue a descansar con sus padres y lo sepultaron en la Ciudad de David. Su hijo Asá reinó en lugar de él. El reinado de Asá en Judá (912-871) y su reforma religiosa 2 Cro 14.1-4; 15.16-18 9 El vigésimo año de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Asá como rey de Judá. 10 El reinó cuarenta y un años en Jerusalén. Su abuela se llamaba Maacá, y era hija de Abisalom. 11 Asá hizo lo que es recto a los ojos del Señor, igual que su padre David. 12 Expulsó del país a los que se dedicaban a la prostitución sagrada y retiró todos los ídolos fabricados por sus antepasados. 13 Incluso despojó del rango de reina madre a su abuela Maacá, por haber dedicado un horrendo fetiche, quemándolo en el torrente Cedrón. 14 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos, aunque el corazón de Asá perteneció íntegramente al Señor durante toda la vida. 15 El hizo llevar a la Casa del Señor las ofrendas consagradas por su padre y las que él mismo había consagrado: plata, oro y otros utensilios. La guerra de Asá contra Basá, rey de Israel 2 Cro 16.1-6 16 Entre Asá y Basá, rey de Israel, hubo guerras continuas. 17 Basá, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó Ramá, para cortarle las comunicaciones a Asá, rey de Judá. 18 Entonces Asá recogió toda la plata y el oro que aún quedaban en los tesoros de la Casa del Señor y en los de la casa del rey, y se los confió a sus servidores, a los que envió luego a Ben Hadad, hijo de Tabrimón, hijo de Jezión, rey de Aram, que residía en Damasco, con el siguiente mensaje: 19 «Hay una alianza entre tú y yo, como la hubo entre mi padre y el tuyo. Aquí te envío como presente plata y oro. Rompe entonces tu alianza con Basá, rey de Israel, para que se retire de mi territorio». 20 Ben Hadad le hizo caso y envió a los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel. Atacó a Iyón, Dan, Abel Bet Maacá, toda la región de Quinéret y todo el territorio de Neftalí. 21 Cuando se enteró Basá, suspendió la fortificación de Ramá y regresó a Tirsá. 22 El rey Asá convocó luego a todos los habitantes de Judá, sin excepción, y se llevaron las piedras y la madera con que Basá estaba fortificando Ramá. Con ellas, el rey Asá fortificó Gueba de Benjamín y Mispá. Fin del reinado de Asá 2 Cro 16.11-14 23 El resto de todos los hechos de Asá, su valentía, sus obras y las ciudades que construyó, ¿no está escrito todo eso en el libro de los Anales de los reyes de Judá? Cuando ya era anciano, se enfermó de los pies. 24 Asá se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Josafat reinó en lugar de él. El reinado de Nadab en Israel (911-910) 25 Nadab, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar sobre Israel el segundo año de Asá, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. 26 El hizo lo que es malo a los ojos del Señor; siguió el camino de su padre y persistió en el pecado con que este hizo pecar a Israel. 27 Basá, hijo de Ajías, de la casa de Isacar, conspiró contra él y lo ultimó en Guibetón, que pertenecía a los filisteos, cuando Nadab y todo Israel lo estaban sitiando. 28 Basá dio muerte a Nadab en el tercer año de Asá, rey de Judá, y se constituyó rey en lugar de él. 29 Apenas comenzó a reinar, masacró a toda la casa de Jeroboam, hasta exterminarla, sin dejar a nadie con vida, conforme a la palabra que había dicho el Señor por medio de su servidor Ajías de Silo. 30 Esto sucedió a causa de los pecados que Jeroboam cometió e hizo cometer a Israel, provocando así la indignación del Señor, el Dios de Israel. 31 El resto de los hechos de Nadab, todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel? 32ii. El reinado de Basá en Israel (910-887) 33 El tercer año de Asá, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel Basá, hijo de Ajías, y reinó veinticuatro años en Tirsá. 34 El hizo lo que es malo a los ojos del Señor; siguió el camino de Jeroboam y persistió en el pecado con que este hizo pecar a Israel.

1° Lectura. 1° Corintios 2

Capítulo 2
Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. 2 Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado. 3 Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante. 4 Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, 5 para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 6 Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción. 7 Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo; 8 aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman. 10 Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. 11 ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado. 13 Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. 14 El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu. 15 El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie. 16 Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle? Pero nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.