viernes, 4 de abril de 2014

1° Lectura. Mateo 26:25-46


Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo». 27 Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella, 28 porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. 29 Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre». 

 30 Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monto de los Olivos. 31 Entonces Jesús les dijo: «Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño. 32 Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea». 33 Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás». 34 Jesús le respondió: «Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces». 35 Pedro le dijo: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y todos los discípulos dijeron lo mismo. 36 Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: «Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar». 37 Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. 38 Entonces les dijo: «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo». 39 Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así: «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». 40 Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: «¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora? 41 Estén prevenidos y oren para no caer en tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil». 42 Se alejó por segunda vez y suplicó: «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad». 43 Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. 44 Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo: «Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46 ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar».

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