domingo, 4 de mayo de 2014

2° Lectura. Jueces 2-3

Capítulo 2
Oráculo del Señor en Bojím
El Angel del Señor subió de Guilgal a Bojím y dijo: «Yo los hice subir de Egipto y los introduje en la tierra que prometí a sus padres con un juramento. También dije: «Jamás quebrantaré mi alianza con ustedes. 2 Pero ustedes no harán ninguna alianza con los habitantes de este país y destruirán sus altares». A pesar de eso, no escucharon mi voz. ¿Por qué han obrado así? 3 Por eso les digo: «¿No expulsaré a esos pueblos delante de ustedes: ellos no dejarán de hostigarlos, y sus dioses serán una trampa para ustedes». 4 Y Mientras el Angel del Señor dirigía estas palabras a los israelitas, el pueblo se puso a llorar a gritos. 5 Por eso llamaron a aquel lugar Bojím –que significa «los que lloran»– y ofrecieron allí sacrificios al Señor. La muerte de Josué y de su generación 6 Josué despidió al pueblo, y los israelitas se fueron cada uno a su herencia, para tomar posesión del país. 7 El pueblo sirvió al Señor mientras vivió Josué, y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y que habían visto las hazañas del Señor en favor de Israel. 8 Josué, hijo de Nun, el servidor del Señor, murió a la edad de ciento diez años. 9 Lo enterraron en el territorio de su propiedad, en Timnat Séraj, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaás. 10 Y cuando toda aquella generación fue a reunirse con sus padres, surgió una nueva generación que no conocía al Señor ni la obra que había hecho en favor de Israel. El castigo divino a la infidelidad de Israel 11 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y sirvieron a los Baales. 12 Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses –los dioses de los pueblos vecinos– y se postraron delante de ellos, provocando así la indignación del Señor. 13 Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté. 14 Por eso, la ira del Señor se encendió contra Israel: él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles resistencia. 15 En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así encontraron en una situación muy angustiosa. Los Jueces, salvadores de Israel 16 Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores. 17 Pero los israelitas no escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio, no hacían lo mismo. 18 Cuando el Señor les suscitaba jueces, estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opresores y perseguidores. 19 Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada. La permanencia de las naciones paganas 20 La ira del Señor se encendió contra Israel, y él les dijo: «Ya que este pueblo ha quebrantado mi alianza, la que yo prescribí a sus padres, y no ha escuchado mi voz, 21 tampoco yo arrojaré de su presencia a ninguna de las naciones que dejó Josué cuando murió». 22 Esto lo hacía para probar a Israel por medio de ellas, y para ver si seguían el camino del Señor, como lo habían seguido sus padres. 23 Por eso el Señor, en lugar de expulsar inmediatamente a esas naciones, las dejó en paz y no las entregó en manos de Josué.

Capítulo 3
Los pueblos que subsistieron

El Señor dejo que sobrevivieron algunas naciones, para poner a prueba por medio de ellas a Israel, a todos aquellos que habían intervenido en las guerras de Canaán. 2 Lo hizo solamente para enseñar a combatir a los que no lo habían hecho antes, es decir, a las nuevas generaciones de israelitas. 3 Esas naciones son las siguientes: Los filisteos con sus cinco príncipes y todos los cananeos, los sidonios y los hititas que habitaban en la montaña del Líbano, desde el monte de Baal Hermón hasta la Entrada de Jamat. 4 Estas naciones sirvieron para probar a Israel, y ver si era fiel a los mandamientos que el Señor había dado a sus padres por medio de Moisés. 5 Por eso los israelitas tuvieron que vivir en medio de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos. 6 Ellos se casaron con mujeres de estos pueblos, les dieron por esposas a sus propias hijas, y sirvieron a sus dioses. Historia fragmentaria y anecdótica de los Jueces Otniel, vencedor de Edóm 7 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor: se olvidaron del Señor, su Dios, y sirvieron a los Baales y a las Aserás. 8 La ira del Señor se encendió contra Israel, y los entregó a Cusán Riseataim, rey de Edom, a quien estuvieron sometidos durante ocho años. 9 Los israelitas clamaron al Señor, y él hizo surgir un salvador que los libró. Este fue Otniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb. 10 El espíritu del Señor descendió sobre Otniel: él fue juez en Israel y salió a combatir. El Señor entregó en sus manos a Cusán Riseataim, rey de Edom, y su mano prevaleció sobre él. 11 Así hubo paz en el país durante cuarenta años. Después murió Otniel, hijo de Quenaz. Ehúd, vencedor de Moab 12 Los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos del Señor. Entonces el Señor dio poder a Eglón, rey de Moab, sobre Israel, porque ellos hacían lo que es malo a los ojos del Señor. 13 Después de aliarse con los amonitas y los amalecitas, Eglón atacó y derrotó a Israel, y se apoderó de la ciudad de las Palmeras. 14 Así los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años. 15 Los israelitas clamaron al Señor, y él hizo surgir como salvador a Ehúd, hijo de Guerá, de la tribu de Benjamín, que era zurdo. Ellos le encargaron que llevara el tributo a Eglón, rey de Moab. 16 Ehúd se hizo un puñal de doble filo, que ciñó debajo de la ropa, sobre el lado derecho. 17 Luego fue a presentar el tributo a Eglón, rey de Moab, que era un hombre muy obeso. 18 Apenas terminó de presentar el tributo, Ehúd despidió a la gente que había transportado la carga, 19 y él, al llegar a los ídolos que están junto a Guilgal, volvió a presentarse delante del rey y le dijo: «Rey, tengo que comunicarte un asunto confidencial». El rey dijo: «Retírense todos». Y todos los que estaban con él salieron de su presencia. 20 Cuando entró Ehúd, el rey se encontraba en la habitación de arriba, que era más fresca y estaba reservada para él solo. Ehúd le dijo: «Tengo que comunicarte un oráculo divino». El rey se levantó de su trono. 21 Entonces Ehúd extendió su mano izquierda, tomó el puñal que llevaba sobre el lado derecho, y lo clavó en el vientre del rey. 22 La hoja se hundió hasta le empuñadura y quedó totalmente cubierta por la grasa, porque Ehúd no extrajo el puñal del vientre. 23 Después de atrancar las puertas de la habitación alta, Ehúd salió por la ventana. 24 En seguida, llegaron los servidores y vieron que las puertas de la habitación alta estaban atrancadas. Entonces dijeron: «Seguramente está haciendo sus necesidades en la habitación ventilada». 25 Esperaron hasta cansarse y al ver que no abría la puerta, tomaron la llave, abrieron y encontraron a su señor muerto en el suelo. 26 Mientras ellos esperaban ansiosamente, Ehúd había logrado escapar: después de pasar por el lugar llamado los Idolos, se había puesto a salvo en Seirá. 27 Apenas llegó al territorio de Israel, tocó el cuerno en la montaña de Efraím y los israelitas bajaron de la montaña junto con él. Ehúd iba al frente, 28 y les dijo: «Síganme, porque el Señor les ha entregado a Moab, el enemigo de ustedes». Ellos lo siguieron, ocuparon los vados del Jordán que estaban en Moab, y no dejaron pasar a nadie. 29 En aquella ocasión derrotaron a los moabitas, que eran cerca de diez mil hombres, todos fuertes y aguerridos. No pudo escapar ni uno solo. 30 Así fue humillado Moab bajo la mano de Israel, y hubo paz en el país durante ochenta años. Samgar, vencedor de los filisteos 31 Después de él vino Samgar, hijo de Anat, que derrotó a seiscientos filisteos con una picana de bueyes. El también salvó a Israel.

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