domingo, 20 de abril de 2014

4° Lectura. 1° Macabeos 5:37-68

Después de estos acontecimientos, Timoteo reunió un nuevo ejército y acampó frente a Rafón, al otro lado del torrente. 38 Judas mandó a explorar el campamento y le dieron este informe: «Todas las naciones vecinas se han unido a Timoteo y forman un ejército muy numeroso. 39 Además, tienen como auxiliares a mercenarios árabes. Ahora están acampados al otro lado del torrente, preparados para atacarle». Entonces Judas salió a su encuentro, 40 y mientras él se acercaba al torrente con su ejército, Timoteo dijo a sus capitanes: «Si él lo pasa primero y viene sobre nosotros, no podremos resistir, y nos vencerá seguramente; 41 pero si se atemoriza y acampa al otro lado del río, lo atravesaremos nosotros, caeremos sobre él y lo venceremos». 42 Cuando Judas llegó al borde del torrente, ubicó a los escribas del pueblo a la orilla y les dio esta orden: «No dejen que ningún hombre quede en el campamento, sino que todos vayan al combate». 43 El fue el primero en cruzar el río en dirección al enemigo, y toda su gente lo siguió. Todos los paganos quedaron derrotados ante ellos, arrojaron sus armas y corrieron a refugiarse en el templo de Carnain. 44 Pero los judíos se apoderaron de la ciudad y quemaron el templo con todos los que había adentro. Carnain fue sometida, y ya nadie pudo resistir a Judas. 45 Judas reunió a todos los israelitas de la región de Galaad, del más pequeño al más grande, con sus mujeres, sus hijos y sus equipajes, para llevarlos al país de Judá: era una inmensa muchedumbre. 46 Llegaron a Efrón, ciudad importante y muy fortificada, que estaba sobre el camino, por la que tenían que pasar necesariamente, ya que no era posible desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. 47 Pero los habitantes de la ciudad les negaron el paso y bloquearon las entradas con piedras. 48 Judas les envió un mensaje en son de paz, diciéndoles: «Permítannos pasar por el territorio de ustedes, para ir a nuestro país; nadie les hará ningún mal, sólo queremos pasar». Como ellos se negaron a abrirle, 49 Judas hizo anunciar en el campamento que cada uno tomara posición donde se encontraba. 50 Los soldados ocuparon sus posiciones, y Judas atacó la ciudad todo aquel día y toda la noche, hasta que cayó en sus manos. 51 Hizo pasar al filo de la espada a todos los varones, arrasó la ciudad, la saqueó y la atravesó por encima de los cadáveres. 52 Después pasaron el Jordán en dirección a la gran llanura que está frente a Betsán. 53 Durante todo el trayecto, Judas fue recogiendo a los rezagados y animando al pueblo hasta llegar a la tierra de Judá. 54 Todos subieron al monte Sión con júbilo y alegría, y ofrecieron holocaustos por haber regresado sanos y salvos sin perder a ninguno de los suyos. 55 Cuando Judas y Jonatán estaban en el país de Galaad, y su hermano Simón en Galilea, frente Tolemaida, 56 José, hijo de Zacarías, y Azarías, jefes del ejército, al oír las proezas y combates que aquellos habían llevado a cabo, 57 dijeron: «Hagámonos célebres también nosotros, luchando contra los paganos que nos rodean». 58 Entonces ordenaron a las tropas que estaban bajo su mando que avanzaran sobre Iamnia. 59 Gorgias salió de la ciudad con su ejército para luchar contra ellos. 60 José y Azarías fueron derrotados y perseguidos hasta la frontera de Judea. Aquel día cayeron alrededor de dos mil israelitas. 61 Este fue un grave desastre para el pueblo por no haber obedecido a Judas y a sus hermanos, creyéndose capaces de grandes hazañas. 62 Pero ellos no pertenecían a la estirpe de aquellos hombres a quienes estaba confiada la salvación de Israel. 63 El valiente Judas y sus hermanos alcanzaron gran celebridad en todo Israel en todas las naciones donde se oía hablar de ellos. 64 La gente se agolpaba a su alrededor para aclamarlos. 65 Judas salió con sus hermanos para hacer la guerra a los descendientes de Esaú, en la región meridional. Se apoderó de Hebrón y de sus poblados, destruyó sus fortificaciones e incendió las torres de su alrededor. 66 Luego partió en dirección al país de los filisteos y atravesó Marisá. 67 Aquel día, algunos sacerdotes que querían mostrar su valentía, cayeron en el combate por salir a luchar imprudentemente. 68 En seguida Judas se desvió hacia Azoto, en territorio filisteo: allí derribó sus altares, incendió las estatuas de sus dioses, saqueó sus ciudades, y finalmente, regresó al país de Judea.

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