sábado, 12 de abril de 2014

2° Lectura. Deuteronomio 17-18

Capítulo 17
No sacrificarás al Señor, tu Dios, ningún animal del ganado mayor o menor que tenga un defecto o cualquier clase de imperfección, porque eso es una abominación para el Señor, tu Dios. 2 Si en medio de ustedes, en una de las ciudades que el Señor, tu Dios, te dará, hay un hombre o una mujer que hace lo que es malo a los ojos del Señor, tu Dios, y quebranta su alianza. 3 porque va a servir a otros y a postrarse delante de ellos –delante del sol, la luna o todo el Ejército del cielo– contrariamente a lo que yo te he mandado. 4 y el hecho llega a tu conocimiento, realiza una minuciosa investigación. Y si es verdad que la cosa es así, que se ha cometido semejante abominación en Israel. 5 saca a las puertas de tu ciudad al hombre o a la mujer que hayan cometido ese delito, y apedréalos hasta que mueran. 6 Para que alguien sea condenado a muerte se requiere el testimonio de dos o más testigos. Nadie será condenado a muerte en base al testimonio de uno solo. 7 Los testigos serán los primeros en levantar la mano contra él para hacerlo morir, y después todo el pueblo hará lo mismo. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. 

 Los jueces levitas 8 Si te resulta demasiado difícil juzgar un pleito por homicidio, por reclamación de derechos, por lesiones. o cualquier otra causa que se haya suscitado en tu ciudad, subirás hasta el lugar que el Señor, tu Dios, elija, 9 y te presentarás a los sacerdotes levitas y al juez en ejercicio. Tú les expondrás el caso, y ellos te harán conocer la sentencia. 10 Deberás ajustarte a lo que ellos te digan en el lugar que elija el Señor, tu Dios, procediendo en todo conforme a sus instrucciones. 11 Procedentes de acuerdo con la decisión que ellos tomen y con la sentencia que pronuncien, sin apartarse de lo que ellos te indiquen ni a la derecha ni a la izquierda. 12 El que abre presuntuosamente, desoyendo al sacerdote que está allí para servir al Señor, tu Dios, o al juez, ese hombre morirá. Así harás desaparecer el mal de Israel. 13 Y cuando el pueblo se entere, sentirá temor y dejará de obrar con presunción. 

 Los reyes 14 Cuando entres en el país que el Señor, tu Dios, te dará, cuando lo tomes en posesión y vivas en él, si alguna vez dices: «Voy a poner un rey para que me gobierne, como todas las naciones que están a mi alrededor», 15 pondrás un rey elegido por el Señor, tu Dios, que pertenezca a tu mismo pueblo. No podrás someterte a la autoridad de un extranjero, de alguien que no pertenezca a tu pueblo. 16 El rey no deberá tener muchos caballos ni hacer que el pueblo regrese a Egipto, con el pretexto de aumentar su caballería; porque el Señor, tu Dios, ha dicho: «No regresen nunca más por ese camino». 17 Tampoco tendrá muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe, ni acumulará oro y plata en cantidad excesiva. 18 Cuando tome posesión del trono real, hará escribir en un libro, para su uso personal, una copia de esta Ley, conforme al texto que conservan los sacerdotes levitas. 19 La tendrá a su lado y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor, su Dios, observando todas las palabras de esta Ley y poniendo en práctica estos preceptos. 20 De esa manera, no se sentirá superior a sus hermanos, y no se apartará de estos mandamientos, ni a la derecha ni a la izquierda. Así prolongarán los días de su reinado, él y sus hijos, en medio de Israel.


Capítulo 18

El sacerdocio levítico
Los sacerdotes levitas –o sea, toda la tribu de Levi– no tendrán parte ni herencia con los israelitas: ellos se alimentarán de las ofrendas destinadas a los sacrificios y de la herencia del Señor. 2 Por lo tanto, esta tribu no poseerá una herencia en medio de sus hermanos: su herencia es el Señor, como él mismo se lo ha declarado. 3 Los derechos de los sacerdotes sobre las personas que ofrecen en sacrificio un animal del ganado mayor o menor son los siguientes: se dará al sacerdote la espalda, las quijadas y el estómago. 4 También le darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la esquila de tu ganado menor. 5 Porque el Señor, tu Dios, eligió al sacerdote y a sus hijos, entre todas tus tribus, para que siempre estuviera en su presencia y oficiara en nombre del Señor. 6 Si un levita que reside en cualquier parte del Israel, se traslada por voluntad propia de una de tus ciudades al lugar que elija el Señor, su Dios, 7 podrá oficiar allí en nombre del Señor como todos sus hermanos levitas que están en la presencia del Señor. 8 Y comerá una porción igual a la de ellos además de lo que obtenga por la venta de sus bienes patrimoniales. Los profetas 9 Cuando entre en la tierra que el Señor, tu Dios, te dará, no aprendas a practicar las abominaciones que cometen esas naciones. 10 Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería. 11 Tampoco hará ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos. 12 Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones. él desposeerá a esos pueblos delante de ti. 13 Tú serás irreprochable en tu trato con el Señor, tu Dios. 14 Porque las naciones que vas a desposeer escuchan a los astrólogos y adivinos, pero a ti el Señor no te permite semejante cosa. 15 El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo harás surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán. 16 Esto es precisamente lo que pediste al Señor. Tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: «No quiero seguir escuchando la voz del Señor, mi Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de lo contrario moriré». 17 Entonces el Señor me dijo: «Lo que acaban de decir está muy bien. 18 Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene. 19 Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi Nombre, yo mismo le pediré cuenta. 20 Y si un profeta se atreve a pronunciar en mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá». 21 Tal vez te preguntes: «¿Cómo sabremos que tal palabra no la ha pronunciado el Señor?». 22 Si lo que el profeta decide en nombre del Señor no se cumple y queda sin efecto, quiere decir que el Señor no ha dicho esa palabra. El profeta ha hablado temerariamente: no le temas.

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