Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
31 El les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
32 Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
33 Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
34 Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
35 Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto, y ya es muy tarde.
36 Despide a la gente, para que vaya a las poblaciones cercanas a comprar algo para comer».
37 El respondió: «Denles de comer ustedes mismos». Ellos le dijeron: «Habría que comprar pan por valor de doscientos denarios para dar de comer a todos».
38 Jesús preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver». Después de averiguarlo, dijeron: «Cinco panes y dos pescados».
39 El les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde,
40 y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
41 Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
42 Todos comieron hasta saciarse,
43 y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado.
44 Los que comieron eran cinco mil hombres.
45 En seguida, Jesús obligó a sus discípulos a que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía a la multitud.
46 Una vez que los despidió, se retiró a la montaña para orar.
47 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del mar y él permanecía solo en tierra.
48 Al ver que remaban muy penosamente, porque tenían viento en contra, cerca de la madrugada fue hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo como si pasara de largo.
49 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
50 porque todos lo habían visto y estaban sobresaltados. Pero él les habló enseguida y les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman».
51 Luego subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Así llegaron al colmo de su estupor,
52 porque no habían comprendido el milagro de los panes y su mente estaba enceguecida.
53 Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
54 Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
55 y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
56 En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.
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