Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
2 Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?». Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.
4 Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa».
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
6 Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
7 Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
8 Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
9 que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.
10 Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
11 Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».
12 Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
13 expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos:.
15 Otros afirmaban: «Es Elías». Y otros: «Es un profeta como los antiguos».
16 Pero Herodes, al oír todo esto, decía: «Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado».
17 Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
18 Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano».
19 Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
20 porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía.
21 Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
22 La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré».
23 Y le aseguró bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
24 Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?». «La cabeza de Juan el Bautista», respondió esta.
25 La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
26 El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
27 En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
28 El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
29 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
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domingo, 22 de junio de 2014
1° Lectura. Marcos 6:1-29
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