Capítulo 7
5 Gusanos y costras polvorientas cubren mi carne, mi piel se agrieta y supura. 6 Mis días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin. 7 Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad. 8 El ojo que ahora me mira, ya no me verá; me buscará tu mirada, pero ya no existiré. 9 Una nube se disipa y desaparece: así el que baja al Abismo no sube más. 10 No regresa otra vez a su casa ni el lugar donde estaba lo vuelve a ver. 11 Por eso, no voy a refrenar mi lengua: hablaré con toda la angustia de mi espíritu, me quejaré con amargura en el alma. 12 ¿Acaso yo soy el Mar o el Dragón marino para que dispongas una guardia contra mí? 13 Cuando pienso: «Mi lecho me consolará, mi cama compartirá mis quejidos», 14 entonces tú me horrorizas con sueños y me sobresaltas con visiones. 15 ¡Más me valdría ser estrangulado, prefiero la muerte a estos huesos despreciables! 16 Yo no viviré eternamente: déjame solo, porque mis días son un soplo. 17 ¿Qué es el hombre para que lo tengas tan en cuenta y fijes en él tu atención, 18 visitándolo cada mañana y examinándolo a cada instante? 19 ¿Cuándo dejarás de mirarme? ¿No me darás tregua ni para tragar saliva? 20 Si pequé, ¿qué daño te hice, a ti, guardián de los hombres? ¿Por qué me has tomado como blanco y me he convertido en una carga para ti? 21 ¿Por qué no perdonas mis ofensas y pasas por alto mis culpas? ¡Mira que muy pronto me acostaré en el polvo, me buscarás, y ya no existiré! |
lunes, 7 de abril de 2014
3° Lectura. Job 7
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