Job respondió diciendo:
2 También hoy, mi queja es un desafío, mientras gimo bajo el peso de su mano.
3 ¡Ah, si supiera cómo encontrarlo, si pudiera llegar hasta su tribunal!
4 Yo expondría mi causa ante él y llenaría mi boca de recriminaciones.
5 Sabría entonces cuál sería su respuesta, y estaría atento a lo que él me dijera.
6 ¿Le haría falta mucha fuerza para disputar conmigo? No, sólo bastaría que me prestara atención.
7 Allí, un hombre recto discutiría con él, y yo haría triunfar mi derecho para siempre.
8 Pero voy hacia adelante, y él no está, hacia atrás, y no lo percibo:
9 lo busco a la izquierda, y no lo diviso, vuelvo a la derecha, y no los veo.
10 Sin embargo, él sabe en qué camino estoy: si me prueba en mi crisol, saldré puro como el oro.
11 Mis pies han seguido sus pasos, me mantuve en su camino y no me desvié.
12 No me aparté del mandamiento de sus labios, guardé en mi pecho las palabras de su boca.
13 Pero él ya decidió: ¿quién lo hará volver atrás? Lo que él desea, lo hace.
14 El va a ejecutar mi sentencia, y hay en él muchos designios semejantes.
15 Por eso, le tengo temor, reflexiono, y tiemblo ante él.
16 Dios me ha quitado el ánimo, el Todopoderoso me ha llenado de espanto:
17 porque no son las tinieblas las que me aniquilan ni tampoco la oscuridad que cubre mi rostro.
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