S
í, yo me puse a pensar en todo esto y vi que los justos, los sabios y sus acciones están en la mano de Dios. Pero el hombre ni siquiera sabe si es objeto de amor o de aversión. Todo lo que está ante él es vanidad,
2 porque a todos les espera la misma suerte: al justo y al impío, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; lo mismo le pasa al bueno y al pecador, al que jura y al que teme hacer un juramento.
3 Esto es lo malo en todo lo que sucede bajo el sol: como es igual la suerte de todos, el corazón de los hombres se llena de maldad, la locura está dentro de ellos mientras viven, y después, acaban entre los muertos.
4 Mientras uno está unido a todos los vivientes, siempre hay esperanza, porque «más vale perro vivo que león muerto».
5 Los vivos, en efecto, saben que morirán, pero los muertos no saben nada: para ellos ya no hay retribución, porque su recuerdo cayó en el olvido.
6 Se han esfumado sus amores, sus odios y sus rivalidades, y nunca más podrán compartir todo lo que se hace bajo el sol.
7 Ve, entonces, come tu pan con alegría y bebe tranquilamente tu vino, porque a Dios ya le agradaron tus obras.
8 Que tu ropa sea siempre blanca y nunca falte el perfume en tu cabeza.
9 Goza de la vida con la mujer que amas, mientras dure esa vana existencia que Dios te concede bajo el sol, porque esa es tu parte en la vida y en el esfuerzo que realizas bajo el sol.
11 Además, yo vi otra cosa bajo el sol: la carrera no la gana el más veloz, ni el más fuerte triunfa en el combate; el pan no pertenece al más sabio, ni la riqueza al más inteligente, ni es favorecido el más capaz, porque en todo interviene el tiempo y el azar.
12 El hombre no sabe cuándo llega su hora: como los peces atrapados en la red fatal, como los pájaros aprisionados por el lazo, así los hombres se ven sorprendidos por la adversidad cuando cae de improviso sobre ellos.
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sábado, 22 de marzo de 2014
3° Lectura. Eclesiastés 9:1-12
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