domingo, 30 de marzo de 2014

3° Lectura. Cantares 6:4-12 - 8:1-4

[El Amado] 
 4 ¡Eres bella, amiga mía, como Tirsá, hermosa como Jerusalén! 5 Aparta de mí tus ojos, porque me fascinan. Tus cabellos son un rebaño de cabras que bajan por las laderas de Galaad. 6 Tus dientes, como un rebaño de ovejas que acaban de bañarse: todas ellas han tenido mellizos y no hay ninguna estéril. 7 Como cortes de granada son tus mejillas, detrás de tu velo. 8 Son sesenta las reinas, ochenta las concubinas, e innumerables las jóvenes. 9 Pero una sola es mi paloma mi preciosa. Ella es la única de su madre, la preferida de la que la engendró: al verla, la felicitan las jóvenes, las reinas y concubinas la elogian. 10 «¿Quién es esa que surge como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol, imponente como escuadrones con sus insignias?». [La Amada] 11 Yo bajé al jardín de los nogales, a ver los retoños del valle, a ver si brotaba la viña, si florecían los granados... 12 Y sin que yo me diera cuenta, me encontré en la carroza con mi príncipe.

Capítulo 7

[Coro]
¡V
uelve, vuelve Sulamita, vuelve, vuelve, para que te veamos!
 [El Amado]
¿Por qué miran a la Sulamita, bailando entre dos coros?

2 ¡Qué bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! Las curvas de tus caderas son como collares, obra de las manos de un orfebre.
3 Tu ombligo es un cántaro, donde no falta el vino aromático. Tu vientre, un haz de trigo, bordeado de lirios.
4 Tus pechos son como dos ciervos jóvenes, mellizos de una gacela.
5 Tu cuello es como una torre de marfil. Tus ojos, como las piscinas de Jesbón, junto a la puerta Mayor. Tu nariz es como la Torre del Líbano, centinela que mira hacia Damasco.
6 Tu cabeza se yergue como el Carmelo, tu cabellera es como la púrpura: ¡un rey está prendado de esas trenzas!
7 ¡Qué hermosa eres, qué encantadora, mi amor y mi delicia!
8 Tu talle se parece a la palmera, tus pechos a sus racimos.
9 Yo dije: Subiré a la palmera, y recogeré sus frutos. ¡Que tus pechos sean como racimos de uva, tu aliento como aroma de manzanas,
10 y tu paladar como un vino delicioso, que corre suavemente hacia el amado, fluyendo entre los labios y los dientes!

[La Amada]
11 Yo soy para mi amado, y él se siente atraído hacia mí.
12 ¡Ven, amado mío, salgamos al campo! Pasaremos la noche en los poblados;
13 de madrugada iremos a las viñas, veremos si brotan las estepas, si se abren las flores, si florecen las granadas... Allí te entregaré mi amor.
14 Las mandrágoras exhalan su perfume, los mejores frutos están a nuestro alcance: los nuevos y los añejos, amado mío, los he guardado para ti.

Capítulo 8

¡A
h, si tú fueras mi hermano, criado en los pechos de mi madre! Al encontrarte por la calle podría besarte, sin que la gente me despreciara.
2 Yo te llevaría a la casa de mi madre, te haría entrar en ella, y tú me enseñarías... Te daría de beber, vino aromatizado y el juego de mis granadas.
3 Su izquierda sostiene mi cabeza y con su derecha me abraza.

[El Amado]
4 Júrenme, hijas de Jerusalén, que no despertarán, ni desvelarán a mi amor, hasta que ella quiera.

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