sábado, 29 de marzo de 2014

2° Lectura. Números 23:27-30 - 24


L
uego Balac dijo a Balaam: «Ven, te llevaré a otro lugar. Tal vez Dios vea con buenos ojos que me los maldigas desde allí». 28 En seguida lo llevó a la cima del Peor, que domina la región desértica, 29 y Balaam dijo a Balac: «Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete novillos y siete carneros». 30 Balac hizo lo que Balaam le había indicado, y ofreció un novillo y un carnero en cada altar.



Capítulo 24
El tercer oráculo de Balaam
P
ero Balaam al ver que el Señor se complacía en bendecir a Israel, no fue, como las otras veces, en busca de presagios, sino que volvió su rostro hacia el desierto. 2 Cuando alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él 3 y pronunció su poema, diciendo: «Oráculo de Balaam hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; 4 oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos. 5 ¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel! 6 Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas. 7 El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado. 8 Dios, que lo hace salir de Egipto, es para él como los cuernos de un búfalo. El devora a las naciones enemigas, les tritura los huesos y las hiere con sus flechas. 9 Se agazapa, se recuesta, como un león, como una leona. ¿Quién lo hará levantar? ¡Bendito sea el que te bendiga, y maldito el que te maldiga!». El cuarto oráculo de Balaam 10 Entonces Balac, enfurecido contra Balaam golpeó las manos y le dijo: «Yo te llamé para que maldijeras a mis enemigos, y tú ya los has bendecido tres veces. 11 Huye a tu patria cuanto antes. Estaba dispuesto a colmarte de honores, pero el Señor te ha privado de ellos». 12 Balaam le respondió: «Ya le había anticipado a los mensajeros que me enviaste: 13 «Aunque Balac me diera su casa llena de plata y oro, yo no podría transgredir una orden del Señor, haciendo algo por mi cuenta, ni bueno ni malo. Yo debo decir únicamente lo que dice el Señor». 14 Y ahora que regreso a mi cada, déjame anunciarte lo que este pueblo hará con el tuyo en los días que vendrán». 15 Entonces pronunció su poema, diciendo: «Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; 16 oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis pero con los ojos abiertos. 17 Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel: golpea las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set. 18 Edom será un país conquistado. Seír será conquistado por sus enemigos, mientras que Israel hará proezas: 19 un vencedor sale de Jacob y elimina a los fugitivos de Ar». 20 Al ver a Amalec, Balaam pronunció su poema, diciendo: «Amalec es la primicia de las naciones, pero su destino es desaparecer para siempre». 21 Al ver a los quenitas, Balaam pronunció su poema, diciendo: «Firme es tu morada, Caín, y tu nido está asentado en la roca, 22 sin embargo, va ser consumido, cuando Asur te lleve prisionero». 23 Finalmente pronunció su poema, diciendo: «¿Quién subsistirá cuando Dios haga esto? 24 Vendrán barcos del lado de Quitím, oprimirán a Asur, oprimirán a Eber; y ellos, a su vez, desaparecerán para siempre». 25 Entonces Balaam emprendió el camino de regreso a su patria, y también Balac siguió su camino.


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